No os dejéis engañar por las fotos de este faro porque cuando llegas allí te llevas un chasco. Supongo que estarán hechas desde la entrada al centro de interpretación, pero hay que ser un artista para que lo que nosotros vimos se parezca a las fotos.
Nosotros lo vimos desde el mirador que tiene al lado y el faro nos pareció ridículamente pequeño. Todos tenemos en mente la imagen de los faros, unos edificios circulares y altísimos, pero este es muy bajito, es un minifaro, casi parece de juguete, jeje. En su favor diré que está bien conservado, pero no es lo que me esperaba. También puede tener que ver que yo soy de costa y he visto muchos faros. Tiene que ser muy llamativo o estar en una ubicación muy especial para que yo me sorprenda con un faro.
El chico de la oficina de turismo nos recomendó que nos acercáramos hasta él dando un paseo desde el centro y eso fue lo que nos mereció mas la pena. 15 minutos por el paseo viendo el mar, los barquitos pesqueros faenando y la Isla de San Nicolás desde otra perspectiva es algo que si que os recomiendo.
También nos gustó el mirador. Hay una cafetería justo encima del faro en la que puedes tomar algo y disfrutar de la paz que te da ver el mar abierto. El día no estaba muy despejado, pero dicen que se puede llegar a ver San Sebastián. Puede que si, puede que no, ya sabéis que a los turistas nos adornan mucho las cosas.
El faro es visitable. Dentro hay un centro de interpretación de la técnica de navegación. Costaba 6 € y teníamos que esperar hora y media para entrar, así que preferimos un café en el bar de arriba.