El Park Güell parece un mundo de fantasía para niños, pero Gaudí no lo pensó para los más pequeños de nuestros dulces hogares sino para las familias adineradas de Barcelona y alrededores. Eran las casas para los ricos, casas con formas muy de Gaudí, con jardines y caminos tortuosos que no conquistaron a los millonarios del momento. Sólo se vendieron dos parcelas. El proyecto de Gaudí para los ricos acabó en fracaso.
Por suerte, pasaron los años y los catalanes supieron sacarle dinero a esta urbanización de formas arquitectónicas imposibles. Hoy en día se ha convertido en un gran reclamo para los turistas. A mis hijas les encanta pasear entre los árboles, correr por los caminos de la que iba a ser una urbanización de sesenta parcelas, subir al Monte del Calvario y pedirnos que les compremos regalitos para sus abuelas. Las tiendas de recuerdos se forran.
La gran ventaja de este parque es que la entrada es gratuita. El dinero te lo dejarás en las tiendas de chuches y recuerdos. Supongo que pagarán grandes impuestos al ayuntamiento dados los precios de todo lo que venden.
Os recomiendo visitarlo. También os recomiendo entrar por la entrada principal. Es preciosa. Hay otra entrada lateral que es la más fácil de encontrar cuando llegas en la línea tres del metro. Lo que odio son las empinadas escaleras que hay que subir. No son escaleras para subir con zapatos de altos tacones como los míos.
Es un parque con mucha vidilla. Muchos músicos ambulantes y vendedores ambulantes se ganan sus existencias ofreciendo sus artes y sus productos. Mi marido siempre les compra algo o les tira alguna moneda a los cantantes. Hace bien. Hay que ayudar a los pobres.
Aún así no gastamos mucho. Siempre vamos al merendero del parque. Prefiero comer unos bocatas que lleve preparados en una bolsa a gastar dinero en meriendas preparadas. Además, mis hijas adoran mis bocadillos.