Estuve con mi chico pasando un fin de semana romántico en el Hotel Almud en Sallent de Gállego, Huesca, uno de los hotelitos con más encanto del Pirineo aragonés. Lo construyeron en lo que en su día fueron unas caballerizas. Corría el siglo XVIII cuando los caballos ocuparon las estancias previas al hotel. Nada tiene que ver el edificio de hoy con el edificio que dio cobijo a los caballos.
Me contó la chica de recepción que el hotel actual fue construido con materiales procedentes de demoliciones y solares abandonados. Un reciclaje de materiales de construcción del que deberían tomar nota los constructores tan dados a hacer cosas nuevas con nuevos materiales. Hay que reciclar para conservar el Planeta en buen estado.
El reciclaje también estaba presente en la decoración interior. Veías antigüedades procedentes de la familia de los propietarios del hotel y de anticuarios de la región. Los muebles viejos de la familia no les llegaron para vestir toda la casa. Por eso tuvieron que ir a comprar esos muebles viejos caros que te venden a precio de oro los anticuarios. Yo hubiera ido a Ikea. Pero hicieron bien en ir a los anticuarios: unos muebles de Ikea mezclados con las camas viejas de la familia hubieran quedado mal.
Nosotros nos sentimos con en la casa de nuestra abuela. Mi chico lo veía todo muy romántico. No le faltaba razón. La casa vista desde fuera parecía de cuento de niños. Casi te imaginabas una hada madrina saliendo por la ventana ofreciéndote un zapatito para ir al baile antes de las doce de la noche. La decoración combina a la perfección recuerdos y comodidades. Los herrajes de caballería, las esquilas y un espedo de asar decoran las paredes del salón. Las habitaciones me parecieron más elegantes. A nosotros nos dieron la mejor habitación: la de la buhardilla. Era preciosa.
Os recomiendo el Hotel Almud en Sallent de Gállego, Huesca para pasar un fin de semana tranquilo en pareja. Nosotros no llevamos a las niñas. Mis hijas son más de hoteles con animación para los más pequeños de la casa. La tranquilidad las aburre. La única diversión que tienes en este hotel es ir a dar un paseo por los alrededores. Mi chico y yo fuimos andando hasta las Casas señoriales de los Docallos y los Martones. Me venían ganas de comprar una. Mi marido dijo que no se vendían y, aunque estuvieran en venta, no teníamos dinero para tanto gasto.
No quería gastar dinero en una casa, pero sí quería ir a esquiar a la estación invernal de Formigal. Está a tres kilómetros del Hotel Almud en Sallent de Gállego, Huesca. Me negué. Esquiar nunca se me dio bien.