Me gusta Milán. Siempre me ha parecido la ciudad italiana menos italiana. Recuerda más a las ciudades de la Europa central que a otras ciudades italianas.
He ido varias veces a Milán, la capital de Lombardía. Es una ciudad industrial que ha sabido mantener cierto glamour. Las finanzas, la moda, el fútbol han encontrado su sitio. Destaca en la moda italiana y en el diseño de interiores.
Yo me volvía loca comprando trapitos. En Milán encuentras tiendas de todas las marcas. La moda está muy presente. También están presentes los precios altos. No es una ciudad para pobres.
Nuestra última estancia en Milán coincidió con la feria de otoño. Estaba hasta los topes de fashionistas internacionales, diseñadores famosos, supermodelos y los paparazzi ansiosos de fotos . En primavera se repite el espectáculo con una segunda feria.
Milán es bulliciosa y tranquila a la vez. Tienes que encontrar sus zonas tranquilas. El bullicio de la gran urbe queda silenciado cuando entras en sus iglesias o paseas por las calles, donde se levantan los palacios impresionantes que ven pasar los siglos sin inmutarse.
Mi marido y yo paseamos de la mano la zona de Navigli, el elegante barrio de Brera donde me gustaría tener una casita y llegamos al animado barrio de la universidad. Me volví a sentir estudiante.
Tuvimos tiempo para acercarnos hasta El Duomo, el monumento más relevante de esta ciudad. Fue nuestra última visita cultural. Venía la noche y queríamos divertirnos.
Milán no defrauda cuando se va el día. Los milaneses saben divertirse. A las seis de la tarde empiezan a ponerse a tono con los aperitivos. Es cuando salen del trabajo los lugareños.
En Milán se lleva salir del curro y marchar de copas. Suelen acompañar esta primera copa con algo de comida. Beben bastante.
Os recomiendo visitar la ciudad italiana de la moda. Es una ciudad muy europea con un toque italiano que la hace única. El mundo de la moda está muy presente en los escaparates de sus calles más comerciales.