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Ignoro si sucede lo mismo con otras antologías de relatos escritas por novelistas populares ya que, en comparación con el número de novelas que he leído, las recopilaciones de historias breves suponen una fracción muy pequeña. Pero en el caso de los volúmenes recopilatorios escritos por Stephen King, un simple vistazo a sus páginas basta para conocer de primera mano toda una suerte de rarezas que el autor de Maine ha ido creando a lo largo de los años, como si de una estrella del rock se tratara.
En sus dos primeras antologías ya había dado muestras de cierta tendencia a la bizarrez para con sus composiciones breves. El Umbral de la Noche (1978) incluía una precuela y una secuela a Salem´s Lot, segunda novela del autor, así como un cuento ambientado en el mismo mundo asolado por la gripe que exploraría en Apocalipsis, cuarta novela publicada bajo su nombre, y un par de narraciones sin ningún elemento sobrenatural, lo cual era bastante extraño dado el rumbo que llevaba la carrera de Stephen King en aquel momento. Skeleton Crew (1985) recogía un par de poemas y dos historias (Reparto Matutino, El Lechero 1 y Ruedas: Un Cuento de Lavandería, El Lechero 2) que formaban parte de una novela inconclusa titulada El Lechero.
Sin embargo, estos comienzos quedaron en nada con la aparición, en 1993, de Pesadillas y Alucinaciones, tercera antología de relatos del autor. Sus más de 900 páginas (en edición de bolsillo) que conforman los dos tomos en que se dividió esta recopilación para su publicación en castellano, dan espacio suficiente para encontrar material de todo tipo. Bueno y malo. Original y desgastado. Normal y, sobre todo, raro. Veinticuatro piezas en total.
Tomo 1
Comencemos por el principio. El relato situado en primer lugar, El Cadillac de Dolan, nos sumerge en un intenso mundo de locura engendrado por la venganza. Tanto la acertada exposición gradual de los acontecimientos como el evidente homenaje a Edgar Allan Poe (El Corazón Delator y el Tonel de Amontillado son fácilmente rastreables) convierten a esta historia en una de las mejores del conjunto.
El Final del Desastre es un relato epistolar que contiene una trama de ciencia ficción con elementos algo simplones, aunque impactante en su conclusión. La manera en que los fragmentos que componen este cuento reflejan el estado mental y las emociones del narrador hacen de él una experiencia muy cercana y significativa para el lector. Se pueden encontrar similitudes (en cuanto a forma) con trabajos anteriores de King, como Los Misterios del Gusano y Superviviente.
Hay Que Aguantar A Los Niños es una historia de terror, cruda, directa e intensa (y, por tanto, muy efectiva), en la cuerda de Cementerio de Animales, pero con un toque deliciosamente irónico en su planteamiento. Cualquiera que se haya visto obligado a permanecer encerrado en un aula de colegio con treinta monstruitos de diez años sabrá apreciar esta excepcional composición.
El Piloto Nocturno es una narración de terror y sangre con buenos mimbres, pero algo fallida. El cuento se hace pesado en la descripción del carácter cínico de su protagonista, el reportero Richard Dees, reiterativo en situaciones y recursos y, en general, un poco aburrido. Lástima.
Popsy comparte todas las cualidades positivas que mencionaba para Hay Que Aguantar A Los Niños, añadiéndosele un final sorprendente que dejará al lector con la boca abierta y ganas de más. Terror en estado puro bajo la sombra de la pederastia. Sobresaliente.
Es Algo Que Llega a Gustarte posee el dudoso honor de ser el primer relato abiertamente malo de esta recopilación. King trata de recrear, una vez más, la vida cotidiana de Castle Rock, un pueblecito ficticio situado en el estado de Maine. Sin embargo, en esta ocasión, la prolijidad de detalles costumbristas resultan no sólo indiferentes sino exasperantes. Desastroso.
Con La Boca Saltarina, el autor nos ofrece un cuento de terror canónico, aunque sin chispa. Ni siquiera su desarrollo novedoso (en cuanto a las intenciones del objeto sobrenatural) consigue convertir al relato en una pieza memorable. ¿Una boca saltarina embrujada? Pensé al terminarlo. ¿Y por qué no un cepillo de dientes satánico o un rollo de papel higiénico mágico? ¡Venga ya!
Cuando a Stephen King le da por ponerse feminista, cualquier cosa puede pasar. Si está inspirado, puede alumbrar obras maestras como Eclipse Total (1992) o El Juego de Gerald (1992), mientras que si escribe con el piloto automático puesto, puede engendrar monstruos como El Retrato de Rose Madder (1995) o La Dedicatoria, el octavo relato de este tomo. De nuevo encontramos aquí el costumbrismo estéril de Es Algo Que Llega a Gustarte y la falta de magia de La Boca Saltarina. Si algún mérito posee este indiferente relato, es haber sido el germen de Eclipse Total, como el propio autor declara en una nota al final del volumen. Ése sí le salió redondo.
El Dedo Móvil recupera el pulso perdido desde Popsy. Puede que intensidad, locura y crudeza sean los tres adjetivos más acertados para describir esta historia. Además, supone una metáfora, como explica King en las notas del autor, del modo en que enfrentamos las sorpresas desagradables de la vida. ¡Hurra por las buenas metáforas!
Las Zapatillas pertenece al grupo de relatos no directamente malos, sino irrelevantes. Aquellos que olvidaremos poco tiempo después de haberlos leído, como puede suceder con La Dedicatoria o La Boca Saltarina. Hacedme caso, saltaos esta historia. Más de lo mismo en el universo de Stephen King. Un cuento de fantasmas y ambición que no os hará sentir ni frío ni calor.
Dado que entre la publicación de Los Chicos del Maíz y ¿Sabes? Tienen un Grupo de la Leche transcurrieron unos 15 años, no se puede decir que este cuento sea del todo original. Sin embargo es muy simpático y marca los tiempos adecuados para la típica historia de una pareja que se extravía durante un viaje en coche al tomar un atajo y termina en un pueblo siniestro. Sólo una pista para no arruinar la sorpresa: Si este relato se escribiera de nuevo hoy en día, habría que incluir forzosamente a Amy Winehouse. ¿Lo pilláis? La amenaza es algo chorra, pero la historia está muy bien.
Parto en Casa, el cuento que cierra este tomo de Pesadillas y Alucinaciones, refleja la profunda amistad que une a Stephen King con George A. Romero. Se trata de una historia de zombis en la que el origen de la amenaza no es un moderno virus ni ninguna bazofia parecida, sino un acontecimiento cósmico, como debe ser. Además de eso, estamos ante una historia explícita y con una trama de superación personal de fondo. Ningún aficionado podría pedir más.
Interludio
A pesar de la parrafada que habéis tenido que tragaros hasta ahora, estoy seguro de que nadie ha olvidado el modo que escogí para iniciar esta opinión. Todo aquello de las rarezas y demás.
Como habéis podido comprobar, es posible que el tomo uno no contenga composiciones demasiado bizarras, aunque no debe pasarse por alto que La Dedicatoria es un banco de pruebas, o que Es Algo Que Llega a Gustarte es la última historia acerca de Castle Rock que escribió Stephen King. Pero quienes gozamos con los espectáculos circenses de freaks, sin duda esperamos algo más fuerte.
Pues bien, estáis de enhorabuena. Un capricho editorial determinó que las curiosidades más jugosas quedaran concentradas en el segundo tomo de esta recopilación. ¡Pasen y vean, fans de Stephen King! O mejor dicho, ¡pasen, vean y disfruten!
Tomo 2
Como explicaba al abordar ¿Sabes? Tienen un Grupo de la Leche, el humor (negro) existente bajo la superficie del cuento contribuía a salvarlo de la quema. La Estación de Lluvias, primer relato de este tomo, posee la misma estructura (una pareja llega a un pueblecito que oculta una terrible amenaza) que aquél y, por desgracia, se toma más en serio a sí mismo. En conclusión, una historia que no aporta nada nuevo al género. Ni siquiera sus evidentes influencias bíblicas sirven para añadirle algo de valor.
Según explica el autor en las notas que cierran el libro, Mi Bonito Pony era, en principio, parte de una novela que había de ser publicada bajo el pseudónimo de Richard Bachman. Pero, a pesar de su curioso origen, la composición es mala de solemnidad. Situada en un ambiente bucólico, trata de un tierno abuelo, su nieto y un reloj de bolsillo. Otro intento más de inyectar un halo de artificiosa emocionalidad en un cuento anodino. Un pecado que King comete a veces y en el que reincidiría con, por ejemplo, El Hombre del Traje Negro, relato de 1994.
Comienzan las sorpresas. No Se Equivoca de Número, la composición número tres de este tomo, no es una historia breve al uso, sino el guión cinematográfico original (y como tal está editado) que el autor escribió para la serie de televisión Tales From the Darkside. Dejando aparte estas cuestiones de formato, se trata de una historia muy digna cuya parte central quizá esté algo hinchada, pero con un giro final muy conseguido.
Las opiniones concernientes al siguiente relato de la antología, La Gente de las Diez, se encuentran algo divididas. Un par de personas con las que he hablado lo consideran de los peores relatos del autor, mientras que a mí me gusta bastante. Quizá sea porque me recuerda mucho a los capítulos de Más Allá del Límite que devoraba con fruición en mi adolescencia. Lo considero una especie de versión adulta de Hay Que Aguantar a los Niños sin tanta mala uva pero con acción a raudales y de plena actualidad ahora que se ha ilegalizado el consumo de tabaco en los espacios públicos también en España. Lo dicho, muy interesante.
Si no ando equivocado, Crouch End es el primer pastiche con el que nos cruzaremos en esta recopilación. Un relato, acerca de un hombre que se pierde por una sombría barriada de Londres sin que su esposa pueda hacer nada por salvarlo, escrito en clave Lovecraft y sus mitos de Cthulhu. A pesar de no simpatizar demasiado con este autor, el relato de King me encantó. Como sucede con las buenas historias de horror, me siguió hasta la vida real. Jamás olvidaré que, poco después de su lectura, me perdí en plena noche después de girar un par de veces por callejuelas que partían de la calle Hortaleza. Y durante un buen rato, fui incapaz de encontrar la Gran Vía. En fin.
La Casa de Maple Street supone una nueva rareza de este tomo. Pero, a diferencia de lo que sucedía con No Se Equivoca de Número, el único valor que encuentro a esta narración reside en sus exóticos orígenes. Según explica King en las consabidas notas del autor, nació como explicación a una de las ilustraciones del libro “The Mysteries of Harris Burdick”, que fue regalado al autor. El relato, de tono juvenil aunque con ciertos componentes alienígenas, narra las aventuras de cuatro hermanos y su relación con su tiránico padrastro. No es lo que un adulto esperaría encontrar en un libro de terror y, por ello, me desconcertó y disgustó.
El Quinto Fragmento supone una nueva incursión del autor de Maine en el mundo literario de George Stark, el pseudónimo de Thad Beaumont, un personaje principal de la novela La Mitad Oscura (1989). No es tan lioso como parece, pero este no es lugar para explicarlo, por lo que solamente diré que el relato podría encuadrarse dentro de la temática policial de la literatura pulp y, por tanto, describe un oscuro mundo criminal plagado de ladrones y asesinos que buscan a toda costa el último pedazo de un mapa que indica el lugar donde se oculta el botín de uno de los robos. Si os van este tipo de cosas (a mí desde luego que sí), este cuento os cautivará por su dureza.
El Caso del Doctor muestra el segundo pastiche de este conjunto de narraciones. Esta vez, King toma prestados los personajes creados por Arthur Conan Doyle: Sherlock Holmes, el doctor Watson y el inspector Lestrade. Siendo, como soy, un fan de Sherlock, este cuento me gustó bastante, pues aborda el típico asesinato en habitación cerrada tan habitual en la novela clásica de detectives. No obstante, si hay que ponerse quisquilloso, diré que eché de menos un poco más de acción en el caso. Como dijo aquel, los demás detectives tienen casos, Sherlock tiene aventuras.
El Último Caso de Umney parte de un pastiche del tono que Raymond Chandler utilizaba para sus novelas de Philip Marlowe, para terminar transformándose en un ejercicio metaliterario realmente remarcable. Digamos que al autor de Maine se le da bastante mejor recrear a Chandler que a Conan Doyle, por lo que esta pieza os resultará fresca, divertida y sorprendente. Todo un acierto.
Baja la Cabeza, junto con Agosto en Brooklyn, me parece el segmento más prescindible de Pesadillas y Alucinaciones. Se trata de un ensayo de 71 páginas de extensión que desgrana una temporada del equipo Bangor West en la Pequeña Liga de Baseball del condado de Penobscot. El hijo de Stephen King jugaba en aquel equipo y, esa temporada en concreto, consiguieron llegar al campeonato estatal. Si os apasiona el béisbol y/o sois de esas personas que quieren presumir de haber leído todo lo que ha publicado King, podéis disfrutar con este ensayo. En caso contrario, sacad las tijeras de un cajón y aligerad el peso de este volumen. Sin más.
El mendigo y el diamante es la segunda pieza más breve de la antología, con 5 páginas de longitud. Aunque se trata de una historia amena acerca del valor que uno le otorga a las cosas buenas de su vida, no la considero demasiado meritoria por tratarse de una adaptación libre de una parábola hindú. Otra extravagancia más.
La última pieza, que hace la número veinticuatro, es Agosto en Brooklyn, un poema de 49 versos de longitud. Ya sabéis lo que suele ocurrir con los poemas traducidos literalmente al castellano. Ni rastro del ritmo de la composición original. Claro que Agosto en Brooklyn trata también sobre béisbol, así que si no habéis guardado aún las tijeras, ya sabéis lo que podéis hacer.
Créditos Finales
En resumen, Pesadillas y Alucinaciones es una antología bastante heterogénea. Pero si hemos de hablar de rasgos destacados, sin duda el más saliente es la exagerada extensión de los relatos que aquí se incluyen. 24 relatos en novecientas y pico páginas (edición de bolsillo en castellano), dos de los cuales (los dos últimos) ocupan 5 y 2 páginas respectivamente. La media alcanza un valor bastante respetable. De manera que, si hemos de evaluar el talento de Stephen King como escritor de ficción breve, podemos decir tranquilamente que la síntesis no se halla entre sus virtudes.
Por más que relatos como El Cadillac de Dolan, El Dedo Móvil, ¿Sabes? Tienen un Grupo de la Leche o La Gente de las Diez sean enormemente disfrutables, seguramente mejorarían con una poda de detalles irrelevantes, situaciones reiterativas o descripciones demasiado abundantes. Esto también provocaría que los cuentos menos logrados de la compilación (Es Algo Que Llega a Gustarte, La Dedicatoria, Las Zapatillas o Mi Bonito Pony, por poner unos ejemplos) quedaran más resultones.
Pero estamos hablando de Stephen King, ojo. Sus interminables divagaciones acerca de los ambientes rurales de Maine y la inclusión de innumerables elementos de la cultura popular no sólo son parte de su estilo sino que requieren cierto espacio para plasmarse.
Así que si os gustan las historias de terror y tenéis tiempo para leer relatos de 50, 60 o, incluso, 70 páginas de extensión, no dudéis en adquirir los dos tomos de Pesadillas y Alucinaciones.
Además, si sois fans acérrimos del autor, podéis regocijaros con un buen puñado de rarezas valiosas (No Se Equivoca de Número, Crouch End, El Último Caso de Umney…) o no tanto (La Casa de Maple Street, Baja la Cabeza, El Mendigo y el Diamante…), pero, en todo caso, ideales para meter con calzador en cualquier conversación. Y es que poder decir cosas como “mi relato favorito de Stephen King es aquel en el que empleaba a Sherlock Holmes y al doctor Watson” mola mucho, ¿verdad?