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mano5chi
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Acerca de:Todo es Eventual [Stephen King]
Ventajas:Se trata de la antología más equilibrada de su autor
Desventajas:Hay cuatro relatos que resultan prescindibles
Stephen King siempre ha sido bien consciente de que no es un personaje demasiado querido en determinados círculos literarios y editoriales; de hecho, los críticos más envidiosillos se encargan de recordárselo de vez en cuando. Por ello, siempre que ha podido, ha intentado rebelarse un poco contra la industria.
Cuando, al inicio de su carrera, se decía por ahí que cualquier cosa que llevara la palabra King escrita en la portada vendería millones de ejemplares, decidió publicar una serie de novelas bajo pseudónimo.
Poco después de que hiciera efectivo un cambio de editorial (de Viking a Scribner), tal vez dolido por alguna jugarreta oculta, comenzó a apostar por la publicación online, como un innovador modo de saltarse a esos odiosos intermediarios, si bien sus experiencias se saldaron con resultados agridulces.
Y, aunque no estoy seguro de si se trata de un vacile, una excentricidad u otro genuino acto de rebeldía, a la hora de ordenar los catorce relatos que componen Todo Es Eventual (2002), penúltima recopilación de relatos breves del autor hasta la fecha, le bastó con realizar un pequeño sorteo, ayudándose de una baraja de cartas. Ni editores ni puñetas.

Puesto que no me considero un tipo demasiado purista, creo sinceramente que el hecho de que los cuentos de Todo Es Eventual fueran ordenados por puro azar no posee demasiada importancia. Aún así, permitidme lanzar este aviso a navegantes. Si leéis el primer relato y quedáis entusiamados, no os apresuréis a frotaros las manos pensando “caramba, si este es sólo el primer cuento…¡Cómo serán los demás!” porque bien podría ser que el azar hubiera determinado que la mejor historia del conjunto quedara situada en primer lugar. Advertidos quedáis.

Como sucede con cualquier otra antología de composiciones breves, las historias de Todo Es Eventual pueden dividirse, según mi propio criterio, en buenas y malas, aunque siempre exista un grupito que quede en un digno término medio.
Comenzaré por las que considero más logradas. La posición de honor corresponde, sin lugar a dudas, a la soberbia Sala de Autopsias Número Cuatro. Una formidable historia acerca de un hombre que recobra la consciencia (aunque se encuentra totalmente paralizado) en una sala de autopsias. Al parecer, ha sido dado por muerto y una pareja de doctores se prepara para comenzar la disección. A mi modo de ver, lo más meritorio de la historia es cómo una situación potencialmente tan terrorífica puede convertirse, con una dosis adecuada de esfuerzo y talento, en un torrente de humor negro capaz de arrancar una carcajada hasta al lector más hipocondríaco. Dado el carácter inevitable de la muerte, tomárselo con humor me parece un enfoque muy inteligente.
Cambiando totalmente de registro, hay que hablar, en segundo lugar, de Todo lo que Amas se te Arrebatará, un relato abrumadoramente conmovedor acerca de un hombre que planea suicidarse. El mayor acierto de este relato reside en lo que el autor no nos cuenta. Nunca tenemos una idea clara de lo que impulsa al protagonista a quitarse la vida (tiene mujer y una hija y parece llevarse bastante bien con ellas) y el final es, asimismo, abierto. Sin embargo, es capaz de recrear a la perfección el caudaloso torrente de amargura que se filtra por las paredes de la psique de aquellos que, de repente, perciben que su vida, como conjunto, carece de todo sentido. Excepcional.
En tercer lugar, destacaría la narración que da título al volumen. Una composición a través de la que seremos testigos del viaje vital de un joven desde la pura complacencia y diversión hasta la toma de conciencia de la responsabilidad de sus propios actos. Un joven con un talento muy, muy extraño. Además de lo sencillísimo que resulta identificarse con el personaje protagonista (que nos hablará en primera persona del modo sencillo, coloquial y directo que King ha perfeccionado a lo largo de su carrera), cabe elogiar la acertada gradualidad con que es presentado el componente sobrenatural que se halla en la base de la historia. Un relato de 60 páginas con aroma a Torre Oscura (el protagonista aparecerá en el volumen final de la saga) que se lee de un tirón.
En cuarto lugar, tenemos El Virus de la Carretera Viaja Hacia el Norte, la consabida historia de un famoso escritor en dificultades debido a un ente que no es de este mundo. Se trata de un trabajo de puro terror (quizá el más puro de la compilación, junto a 1408) en la cuerda de La Mitad Oscura que concluye con un miedo absolutamente universal, ya plasmado de forma contundente por el maestro Hitchcock en su film Psicosis. ¿Lo pilláis?
Para rematar este grupo de relatos buenos, hablaré de Esa Sensación que Sólo Puede Expresarse en Francés, una narración amarga en su fondo y bizarra en su forma. Trata de una pareja de mediana edad que se dirige a Florida a celebrar sus bodas de plata. La mujer se ve insistentemente atormentada por una desconcertante sensación de déjà vu mientras rememora su vida conyugal. El cansancio que siente hacia su existencia entronca con Todo lo que Amas se te Arrebatará y la organización cíclica de la acción basta para que cualquier aficionado al género fantástico murmure un profundo “¡mooooooola!” nada más terminar.

Ahora que se acabó lo bueno, no tengo más remedio que proseguir con los cuatro relatos de esta antología que considero francamente prescindibles. Al antojárseme tan malos, me cuesta verdadero esfuerzo hacer un ranking con ellos así que, a diferencia del apartado anterior, los mencionaré sin ningún orden en particular, comenzando por El Hombre del Traje Negro. Cuenta la historia de un anciano que rememora un inquietante episodio de su niñez. Durante una sesión de pesca en un río cercano a su casa, creyó ver al diablo en persona. Se trata de una nueva aparición del King bucólico y pastoral que tan mal suele caerme. La narración siempre me ha parecido un trabajo sencillote al que su autor intenta inyectar un aura de ternura y emoción que queda igual de natural que un brazo creciendo en medio del pecho. Desastroso.
En segundo lugar merece comentarse La Teoría de L.T. de los Animales de Compañía. Un cuento en el que el L.T. del título narra a sus compañeros de trabajo cómo su mujer llegó a abandonarle. Como lectores, nos damos cuenta de que existe un problema cuando caemos en la cuenta de que el relato posee 24 páginas y, aún así, se nos ha hecho pesado. La razón por la que esto sucede es que el pretendido humor que impregna la narración no funciona en ningún momento. Si tienes el día tonto y pretendes escribir algo que haga reír a la gente, lo más que conseguirás son unos cuantos bostezos, por mucho que te llames Stephen King.
En tercer lugar, contribuiré a que mis pulsaciones suban un poco más como producto del enfado comentando Las Hermanitas de Eluria, narración de 77 páginas que supone una precuela a El Pistolero, primera entrega de la saga La Torre Oscura, y que me parece una completa tomadura de pelo. No se trata solamente de que la historia en sí no aporte nada al conjunto de la saga, sino que tampoco consigue transmitir miedo alguno por la situación de indefensión de Roland. Todos tenemos claro que no le sucederá nada irremediablemente malo a nuestro pistolero, así que cargar las tintas acerca de la malsana naturaleza de sus cuidadoras no tiene mucho sentido. Se nota que fue un producto hecho por encargo. Ahorrároslo.
El último trago de vinagre de esta colección lleva por título La Muerte de Jack Hamilton. King utiliza personajes históricos del hampa estadounidense de los años 30 (John Dillinger y su banda) para crear algo así como una versión amable de El Quinto Fragmento (compilado en Pesadillas y Alucinaciones) que adolece del mismo defecto que El Hombre del Traje Negro: una emocionalidad forzada que convierte al relato en un tostón.

Por más que lo intente, mi optimismo innato siempre prevalece. Así que, como me sabía mal terminar este texto con los relatos menos atinados, hablaré a continuación de las cinco historias que, con algún matiz que otro, muestran cierto equilibro entre virtudes y defectos.
En la Habitación de la Muerte, un cuento acerca de un periodista que es capturado por un grupo de torturadores de una dictadura sudamericana para sonsacarle los planes de la típica facción disidente, podría haber sido un relato de acción y terror bastante notable si no fuera por la empalagosa elipsis final que arruina parcialmente las buenas cualidades del conjunto.
1408, una historia acerca de un escritor de temas paranormales que pretende derribar el mito de una habitación de hotel embrujada, podría haber entrado perfectamente en el grupo de cuentos buenos si no fuera por una extensión desmesurada, un desarrollo algo reiterativo que impacienta al lector sin necesidad y una utilización cargante de los recursos clásicos de H. P. Lovecraft. Aún así, no está mal.
También a Montado en la Bala, el relato acerca de un estudiante universitario que se ve obligado a desplazarse haciendo autoestop hasta el hospital donde su madre se debate entre la vida y la muerte, le sobran unas decenas de páginas y puede algo de grandilocuencia (eso de otorgarle un significado tan profundo a una chapa de un parque de atracciones chirría bastante). Pero, por otro lado, la extraña naturaleza de George Straub, el conductor que recoge al protagonista, conforma un planteamiento tan inquietante que es imposible que no agrade a los aficionados al terror.
La Moneda de la Suerte, una composición acerca de una camarera de hotel (abandonada por su marido y con dos hijos a los que criar) que encuentra una moneda con el poder de hacerle ganar en cuantos juegos de casino desee, toca los mismos registros de amargura vital que Esa Sensación que Sólo Puede Expresarse en Francés y Todo lo que Amas se te Arrebatará. Pero la sencillez de la historia y el abierto pesimismo sin alicientes de la misma no me terminan de convencer.
Por último, Almuerzo en el Café Gotham, un cuento acerca de una pareja en proceso de divorcio que decide reunirse con sus abogados para comer en una cafetería donde trabaja un maître con instintos homicidas, posee todo el humor y la mala leche que le faltaba a La Teoría de L.T. de los Animales de Compañía. Sin embargo, la lentitud con que se desarrolla el comienzo del relato lo apartan definitivamente del grupo de privilegio.

Nos queda poquito para alcanzar el final del viaje. No hay mucho más que añadir, aparte de lo que dictan los números. Cuatro relatos abiertamente prescindibles entre un total de catorce.
La impresión de este volumen resulta muy positiva, ¿verdad? Tanto que, a falta de leer la compilación más reciente de Stephen King (Después del Anochecer, 2008), considero Todo Es Eventual como la mejor antología de relatos cortos del autor. Un buen conjunto de historias con ambientaciones, temas e intenciones diferentes, pero hermanadas por un marcado equilibro en cuanto a calidad y entretenimiento. Una elección muy segura para tratarse de un collage.
Fecha:18:50:30 02/10/11
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Categorías:Ocio y cultura