Gran Torino narra la historia de Walt Kowalski, trabajador del metal jubilado, veterano de Corea y un auténtico cascarrabias. Después del fallecimiento de su mujer, vive aislado de sus hijos que se han convertido en unos extraños inmaduros y sus vecinos son inmigrantes hmong del sudeste asiático a los que desprecia. El tesoro más preciado de Walt es un GT del 72 y la noche en que intentan robárselo empieza una historia de alumno y maestro entre Kowalski y el hijo de sus vecinos orientales, originada porque los padres de Thao (Bee Vang) le obligan a trabajar para el racista Walt de forma gratuita. Kowalski no tardará en encariñarse con el chico…
La película es magnífica. Está contada con emoción y una gran sencillez, lo que la hace ser profundamente cercana al espectador, que inmediatamente se identifica con el protagonista.
En un papel que le va como un guante, Eastwood demuestra una vez más que si como actor no tiene igual, es mejor aún como director, que además compuso la música de gran parte de la cinta y que incluso se marca una canción al final del metraje.
Recomiendo, una vez más, verla en V.O., porque los gruñidos con los que se expresa el personaje creado por Eastwood no pueden ser oídos de otra boca que la suya y porque el doblaje de los actores orientales al castellano es absolutamente penoso.
El guión tiene un desarrollo excelente, sobre todo en las escenas humorísticas. Además, están muy bien tratadas las relaciones sociales en un barrio multicultural: el racismo, el choque frontal entre las culturas…
El final de la película es atípico y realmente apoteósico, con un plano final absolutamente memorable.
Todo ello hace de ésta una película impecable e indispensable para los amantes del cine con sabor a clásico.