El violinista de Mauthausen, XLI Premio Ateneo de Sevilla (2009), es una novela escrita por Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969) publicada por Algaida.
El propio autor cuenta que la idea de esta novela surgió a partir de "una imagen poderosa: una vez, en una estación de metro de Viena, vi a una joven pareja bailando un vals en el andén, sin música, ajenos a todo, como si nadie los estuviese mirando".
A partir de aquella imagen Pérez Domínguez imaginó la historia de Anna Cavour, una joven francesa que, en la primavera de 1940, está a punto de casarse con Rubén Castro, un republicano español exiliado en París. Pero en aquel tiempo, los alemanes ocupan Francia y Rubén es detenido por la Gestapo y deportado al campo de concentración de Mauthausen. Allí empieza a trabajar en la cantera anexa al campo, donde las condiciones de trabajado eran de esclavitud.
Entonces Anna se convierte en agente al servicio del espionaje aliado para intentar salvar la vida de su prometido.
El triángulo amoroso se completa con un tercer personaje, Franz Müller, un ingeniero alemán que renuncia a su trabajo en Berlín para no colaborar con los nazis y recorre Europa como violinista…
Aunque una gran parte de la novela transcurre en Mauthausen, la acción da saltos en el tiempo entre los años 1940 y 1945. Los escenarios son tan dispares como el París ocupado por los nazis, Londres, San Sebastián, Madrid, la Sevilla franquista o el Berlín de la posguerra.
Es un libro extraordinariamente bien documentado y, además, cada capítulo está dedicado a uno de los tres protagonistas, con lo que un mismo hecho se cuenta desde tres puntos de vista diferentes.
Aunque el amor está presente en todas las páginas de la novela, este libro es mucho más que una novela de amor. Está repleto de momentos estremecedores, como el relato del viaje de Rubén en un tren de ganado a Mauthausen o como cuando el autor narra cómo los deportados esclavizados en la cantera que ya no podían aguantar más se tiraban al vacío desde unos setenta metros, con una mochila cargada de piedra a la espalda, para asegurarse una muerte instantánea. Cuando el mejor amigo de Rubén muere de un disparo, éste está a punto de suicidarse, pero la música es su salvadora: oye un vals tocado por un violín y en ese momento decide seguir viviendo y aguantar. Toda una lección sobre la vida y cómo el instinto de supervivencia está presente en el hombre incluso en las condiciones más humillantes.
Es una historia tan conmovedora y tan desgarradora que, una vez que se empieza la lectura, es imposible dejarla. Sin truculencias, esta novela contiene mil y una escenas que me han sobrecogido enormemente: La que narra cómo Rubén se lanza a beber agua de un charco, muerto de sed, o cómo un niño que con motivo de su undécimo cumpleaños recibe como regalo una pistola de verdad, con la que es capaz de apuntar a un preso que, por accidente, ha resbalado y roto unos platos.
Dentro de que en este tema es prácticamente imposible mantener la imparcialidad, me ha gustado especialmente que la narración no sea un alegato político a favor de los republicanos, el autor da a conocer la historia de tal manera que la trama de ficción logró captar mi interés más allá del drama real de los republicanos españoles prisioneros en Mauthausen.
Si hay algo que no me gustó de "El violinista..." es su final, atropellado y demasiado rápido. Casi 500 páginas de una historia tan tremenda no debían terminar así… Creo sinceramente que la historia daba para más, pero aun así, la recomiendo sin reservas. Eso sí, preparaos a sufrir!!!