Esta ciudad esta ubicada en el centro del Parque Natural de la Zona Volcanica de la Garrotxa, que con sus más de 30 conos volcánicos está considerado el complejo volcánico mejor conservado de la Península.
A esto se une un entorno de gran belelza, que ha inspirado a una escuela paisajística.
Gozó de notable prosperidad en la Edad Media al calor de sus ferias, pero sucesivos terremotos destruyeron la villa en el siglo XV. Tras esto no recuperó su importancia hasta afianzarse su industria textil.
Las iglesias medievales en torno a las cuales se desarrolló el primitivo nucleo de población, S. Esteve y Sta María de Tura, se reedificaron en el siglo XVIII, la verdad es que a este siglo pertenece su patrimonio monumental más representativo. La iglesia de S. Esteve, en estilo neoclásico cuenta con interesantes obras, como el baldaquino del siglo XVIII, la capilla De Els Dolors y el cristo con la cruz a cuestas de El Greco ubicado en la capilla de El Roser.
La Iglesia de STa Mª de Tura presenta buenos frescos en la cúpula.
El antiguo hospicio, erigido según trazas de Ventura Rodríguez es hoy sede del museo comarcal, que guarda obras modernistas.
Tambien hay que conocer el claustro renacentista del convento del Carme y dos relevantes residencias modernistas, la casa Solâ-Morales ( de Domènech i Montaner ) y la Masrasa, de tendencia novecentista.
En el apartado gastronomico, aparte de los embutidos son muy conocidas sus patatas rellenas.
Por carretera, desde Madrid , vía A-2 ( y tomando luego la Autovia del Nordeste y pagando peaje ) es un viaje largo, 7 horas no te las quita nadie. Pero si estás por la zona, es un lugar interesante de visitar, sobre todo el paisaje está muy bien.