El Arco de Bará, en la provincia de Tarragona, está ubicado en la misma carretera N-340, entre Tarragona y Barcelona, concretamente en la población de Roda de Barà, y a unos 20 kilómetros de la primera.
Es un arco romano muy bien conservado, quizás el mejor de la España romana. Se sabe que fue construido por los Hispano-Romanos como un arco de triunfo, allá por el año 13 a.C. en tiempo del emperador Augusto.
Su construcción, tal y como reza en las inscripciones de la época, se debe a Lucio Licinio Sura. El arco está formado por piedras calcáreas regulares, traídas de un yacimiento cercano a la población; consta de un cuerpo central con podio, cuatro falsas pilastras, un capitel corintio.
Es espléndido, con su altura de más de 14 m. de largo por 2, 40 m. de ancho y un largo de 12 m. si contamos el ático. Cada pilar mide 3,70 m. en las fachadas principales por 2,40 m. en el ancho.
Es curioso, pero durante años, el arco se utilizó como paso de caminos y carreteras, algo así como una aduana que marcaba los límites territoriales de la ciudad de Tarraco.
Con el progreso, las carreteras, el tránsito de automóviles y camiones, se decidió bifurcar la carretera que lo atravesaba, rodeando el monumento y dejándolo como atracción turística incomparable, además de gratuita, puesto que no hay más que ir por la carretera, llegar a él y pararse para verlo, admirarlo y hacerle alguna foto.
Este Arco de Bará es uno de los monumentos más conocidos de la antigua provincia Tarraconensis. Hoy día, constituyen ese conjunto que es el Patrimonio de la Humanidad de esta provincia catalana.
En la misma Vía Augusta, la principal ruta romana de la Hispania hacia Roma e incluido dentro de la reforma de la vía Hercúlea. En la misma Tarragona, se puede apreciar el trozo que de la misma que se conserva estupendamente al lado del Portal del Roser de la muralla romana, desde donde se inicia también el paseo sobre las murallas, visita muy recomendada.
La calzada romana de la antigua Hispania, larguísima, que conducía hasta Roma, pero que ya en España tenía su recorrido desde los Pirineos hasta Cádiz. Siempre bordeando el Mar Mediterráneo y pasando por ciudades hoy bien conocidas: Tortosa, Sagunto, Valencia, Játiva y Cartagena, o Carthago Nova. Al objeto de llegar a la ciudad gaditana, pasando por Híspalis, allí comenzaba a desviarse en dirección oeste, siguiendo un trazado interior.
Pues bien, para llegar a este precioso monumento romano, tendremos que tomar la carretera N-340, bordeando la costa tarraconense en un viaje precioso, y en el kilómetro 1183, en medio de la carretera encontraremos una zona ajardinada a modo de rotonda, que ensancha la carretera y hace de bifurcación para servir las dos direcciones del tráfico. Esta rotonda tiene el privilegio de albergar un monumento romano impresionante que data de dos milenios.
Por supuesto, para su conservación, han sido preciso algunas restauraciones en diferentes épocas. Ya se sabe, el tiempo transcurrido y también que durante la Guerra Civil Española fue alcanzado por una voladura.
El Servei de Conservació de Monuments de la Generalitat llevó a cabo esta reparación. Se hizo la zona ajardinada, la bifurcación de la carretera y, de este modo, el monumento se puede ver resguardado en lo posible del tráfico rodado.
Por ser algo digno de contemplar, sólo me queda que decir e invitar al viajero a que se acerque y admire esta obra de la cultura romana.