El Hotel Ajiel está en las proximidades de la Estación de metro de la Rue De la Convención, una zona tranquila, llena de cafeterías donde puedes saborear un café sin ser molestada.
Nuestra habitación era amplia, con tres camas individuales y muy luminosa. Por un pequeño pasillo llegabas al cuarto de baño. Tenía grandes ventanales con un casi balcón que no llegaba a serlo. Es un hotel estilo británico total.
Las camas eran tan cómodas como las de mi casa. Fue una pena que no tuvieran una habitación con cama de matrimonio. Juntar dos camas es un lío. Nosotros a la segunda noche nos apretujamos en la misma cama.
No paramos mucho en el hotel. A mi marido le encantaba la vidilla que había en la calle. Se hizo adicto a las tiendas que vendían golosinas y Coca Cola. Yo prefería el restaurante italiano, pese a que carecía de aire acondicionado. Servían unos platos de pasta que te morías por la cantidad y por lo sabrosa que estaba.
El hotel es muy tranquilo. No hay ruidos que no te dejen dormir. Nosotros despertábamos con la luz del sol por la mañana.
Del cuarto de baño no tengo queja. La ducha era verdaderamente potente. Las toallas gruesas, como a mí me gustan. Detesto esas toallas que te ponen en algunos hoteles tan finas. Antes de terminar de secar el pelo ya tienes la toalla chorreando.
Lo que menos me gustó del hotel fue el salón donde servían los desayunos. Era demasiado pequeño. Mermelada, café, yogures, fruta, miel, queso envasado,... es lo que te puedes servir. Nosotros sólo acudimos a desayunar un día. Los restantes nos buscamos la vida en las cafeterías de la zona porque a mí me agobiaba mucho la falta de espacio.
No os recomiendo subir y bajar las escaleras del hotel. Son de caracol y marean muchísimo. Vale la pena esperar por el ascensor. Cuando nosotros estuvimos todavía olían algunas estancias a pintura. Hacía poco tiempo que habían hecho una pequeña reforma, según nos contaron en recepción cuando nos quejamos por los olores.
Debieron haber aprovechado para completar el mobiliario del hotel. Por ejemplo, las habitaciones carecían de mini-bar. Mi marido lo echó de menos y yo también. Hablando de echar cosas de menos, faltaba el secador de pelo en el baño. Tuve que pedirlo. Tampoco había gimanasio ni sauna. La gran ventaja del hotel era la amplitud de las habitaciones, la amabilidad del personal, la buena limpieza y para de contar.
Me pareció un hotel perfecto para quienes queremos huir del bullicio de los turistas y nos agrada alojarnos en un barrio tranquilo.