Todos los hoteles de la cadena Ibis se caracterizan por sus precios baratos y una relación calidad/precio superior a la de otros hoteles de la competencia que están en este segmento de precios reducidos.
El Ibis de Manchester está en el centro de la ciudad. Es un hotel bastante grande con sus 127 habitaciones y dos ascensores que casi no dan abasto.
Mi habitación no era nada lujosa. Lo mejor que tenía era el aire acondicionado más la tetera que me dejaron para que me preparara yo misma el café. Las bolsitas de té ni las toqué porque a mí el té no me gusta nada.
Gracias a la hervidora evité un par de días bajar a desayunar un desayuno simplón en el que abundaban las galletas y la bollería industrial y escaseaban los zumos.
También pude conectarme a Internet desde mi cuarto. Había ordenadores de uso público en la planta baja que estaban siempre ocupados pese a que cobraban la conexión.
En mi habitación me defraudó el cuarto e baño. Era diminuto. Menos mal que estaba yo sola. No quiero ni imaginarme lo que sería compartir aquel cuarto de baño con mi marido y con mi hija.
El colchón tenía de cómodo lo que no tenía la almohada de mullida. Tuve que pedirles que me la cambiaran.
Para comunicarme con el personal del hotel utilicé el inglés. Sólo una camarera hablaba español. Los hoteles ingleses no andan sobrados de personal que sepa idiomas.
También tuvieron que arreglarme la ventana de mi cuarto. Apenas se podía abrir.
El bar estaba abierto todo el día y toda la noche. Allí no pasabas hambre porque si tenías ganas de comer podías pasarte por el bar de la planta baja y ponerte hasta las cejas de comida rápida.