Antes de la catedral actual, tal como lo vemos hoy, no se piensa para haber sido un templo pagano, a continuación, una basílica de cinco naves, seguida de una impresionante catedral de Saint-Etienne, que era más de la mitad del tamaño real de la Notre Dame de París. Las piedras primeras catedrales fueron colocados en 1163, y terminó en 1250, con reformas posteriores y los ajustes. Características tales como su tres órganos, sus vidrieras, de las cuales 3 son rosetones, sus pinturas y esculturas se pueden admirar.
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A pesar de lo mucho que se habla siempre de Notre Dame, de la cantidad de fotos que había visto en los folletos de las agencias o en las revistas de viajes, realmente me encantó y me sorprendió. Me lo esperaba mucho más grande, quizá por el cuento del jorobado de Notre Dame, pero su reducido tamaño le confiere un encanto especial.
Está muy limpia. La piedra blanca impresiona más que nada, porque, al menos yo, me esperaba más suciedad porque Paris no tiene fama de ser muy limpia, pero no te puedes fiar de los tópicos porque los monumentos están muy cuidados.
Y desde luego, lo mejor, con diferencia, es el marco en el que está situada, en plena "Isla de la Cité", flanqueada a ambos lados por el rio Sena, perfectamente integrada en la ciudad.
Una suave luz mística envuelve el impresionante interior, ramificado y formado por cinco naves, el último de los coros altos del gótico primitivo. Las naves laterales a las que se encuentran adosadas unas capillas, Las capillas del coro no se añadieron hasta finales del siglo XIII. Pertenecen al gótico primitivo el alzado original con cuatro pisos de la pared de la nave central, los robustos pilares redondos de las arcadas y las bóvedas nervadas de la nave central, divididas en seis partes.
Notre-Dame se puede ver tranquilamente en una hora y media (por supuesto los amantes del arte o los que dispongan de tiempo suficiente, pueden ensimismarse durante horas) Merece la pena visitarlo, principalmente porque es algo de lo poquito que hay gratis, exceptuando las torres, que hay en Paris. Lo recomiendo a todo el mundo, para los amantes del arte por supuesto es una visita obligada, y para lo que no les gusta, también, porque su ubicación en una isla en el río es el enclave perfecto para dar un paseo, o sentarse tranquilamente contemplando las vistas de la catedral.