El L'Hotel du Vieux Quebec tiene una ubicación muy céntrica, en pleno casco histórico, dentro de las murallas de la parte antigua de la ciudad, en Rue Saint-Jean, 1190.
Puedes ir andando hasta el castillo Frontenac o a la preciosa plaza Real.
Con el idioma no tuvimos problema porque todos los empelados hablaban correctamente en inglés, idioma que yo domino más, y francés, idioma en el que me siento menos cómoda.
El hotel estaba hasta los topes. Conseguimos una de las últimas habitaciones que quedaban libres.
Consta de cuatro plantas más sótano, donde también hay habitaciones. En total dispone de 45 habitaciones. La decoración tiene muy presentes a los artistas locales. En nuestra habitación había unos paisajes preciosos de un pintor de la zona, según nos comentó una camarera de planta cuando le pregunté por la autoría de los cuadros.
Lo que no me gustó nada fue ver tanta moqueta en suelos de pasillos, habitaciones, estancias comunes. Demasiada moqueta para mi gusto. Menos mal que la tenían bien limpia, especialmente en un salón donde podías ver la televisión o acceder a Internet.
El blanco era el color dominante en nuestra habitación. Todo blanco excepto los muebles.
El cuarto de baño no era grande, peor no le faltaba nada exceptuando el bidé. El bidé aseo estaba repartido en un par de cestas e incluía un par de gorros que no usamos.
Pese a que nuestra habitación era exterior dormimos tranquilamente. No había ruidos procedentes de la calle. El televisor estaba fijado en una pared, la cama era de matrimonio, había dos mesillas, una mesa, dos sillas y para de contar.
Se trata de un tres estrellas que está en l que te esperas en cuanto a precio: unos 100 dólares pagamos nosotros por noche. El desayuno no estaba incluido.