Barbados es un sitio inolvidable para mí. Allí pasé la luna de miel de mi boda civil, previa a la boda religiosa y a una segunda luna de miel que no estuvo a la altura de la primera. No es que entonces fuéramos más felices. Los buenos recuerdos provienen de un paisaje isleño excepcional.
La isla es un atalón blanco. Así lo ves desde el avión. Muchas playas, un interior muy verde y la tranquilidad garantizada.
La zona norte va mejor para deportistas. Tiene unas playas muy peligrosas para nadar y también para practicar submarinisimo.
El sur es para los turistas del montón. Grandes arenales de arena tan suave com los polvos de talco, aguas cristalinas y sol asegurado. Las palmeras están tan presentes en el norte como en el sur.
En Barbados encuentras de todo: cuevas, aguas termales, piscinas naturales, playas, vegetación abundante. La Cueva de Harrison tiene estalgmitas y estalactitas y también piscinas naturales.
No debes perderte el parque natural interior ni la colina Cherry Hill del norte, totalmente cubierta de árboles.
En playas, os recomiendo la playa de Crane. Tiene las arenas de color rosa. Es preciosa.
Nosotros estuvimos en Oistins, un pequeño pueblo muy conocido por su mercado de pecado fresco a precio casi regalado. También vendían arroz, coco, especies, legumbres, etc.
Pero si quieres marcha debes ir a la capital, a Bridgetown. Vale la pena no sólo por la marcha sino también por la preciosa arquitectura colonial portuguesa que conserva. La modernidad arquitectónica está presente en los edilicios de las sedes de los bancos.
Quiero hablar también de la gastronomía. La sopa de Callaloo, el pepperpot, los deliciosos conckies para terminar un menú bastante salado para mi gusto. Los conckies me encantaron. Eran unos pasteles que llevaban calabaza, coco, pasas y los iban cociendo a fuego lento entre hojas de plátano.