Mi estancia en el Ávila Beach Hotel fue inolvidable gracias a los martillazos que nos despertaban a las siete en punto de la mañana. El hotel estaba en plena reforma,c osa que no nos dijeron cuando hicimos la reserva.
Ni siquiera las sesiones gratuitas de gimnasio me relajaron. Aquello era agobiante. Yo soy de las que no resisto una obra cerca. Mi marido se partía de risa. Al final, pasé más tiempo en la playa y alrededores que en el hotel, al que sólo iba para dormir mientras me dejaban los obreros.
Al final, lo que iba a ser una semana tranquila en Curacao, se convirtió en una pesadilla para mí. ¡Menudas vacaciones! Las obras del hotel me fastidiaron la celebración de mi aniversario de boda.
Casi no pude disfrutar la habitación, y lo lamento, porque nos había tocado un cuarto espacioso, con una cocinita equipada con el menaje necesario para hacer una comida sin necesidad de bajar al restaurante del hotel. Todo estaba muy limpio, lo cual era casi un milagro con tanta obra.
En las proximidades del hotel había un par de playas preciosas, con la arena muy limpia y llenas de turistas holandeses, con los que pude entenderme en inglés. Es un hotel seguro, rodeado por una verja, y bien comunicado por autobús con todos los puntos de la isla.
Os lo recomiendo, pero tened cuidado de que no esté en obras.