Hola, amigos de Xakia:
En diciembre del año 2004 fuimos a China para formalizar la adopción y traernos a casa a nuestra hija. Estuvimos una semana en Cantón y después otros 7 días en Pekín. Entre trámites administrativos tuvimos mucho tiempo en el que cual nuestros guías nos llevaron por ambas ciudades para que pudiéramos conocer lo más interesante de ambas.
El Templo de los Lamas o Yonghe Gong es un templo del budismo tibetano, que es una de las varias ramas existentes del budismo, la que obedece al polémico Dalai Lama, ese señor sin pelo y con túnica que en el apoyo abierto de Estados Unidos y la Unión Europea se las tiene tan tiesas con el gobierno chino. Pero esa es otra historia. Volviendo a nuestra visita, este templo es una de las atracciones que suelen incluir los programas turísticos en los viajes a Pekín. Y allí nos llevaron uno de los días que permanecimos en la capital china.
Se sitúa hacia el nordeste de la ciudad, aunque no muy lejos del centro. Se llega a través de una avenida radial con mucho tráfico hasta que sales a una calle lateral en la cual está el templo. Se deja atrás la zona de aparcamiento de vehículos a través de un paseo arbolado no muy largo y llegamos hasta la puerta de acceso, que está flanqueada por dos torres, una a cada lado. Ya en su interior, decir que el templo, como es habitual en los templos o monasterios budistas, consiste en realidad en un complejo de diversas edificaciones, templos, altares y residencias de los monjes construidos en el estilo tradicional, con sus vistosos tejados superpuestos, y el omnipresente color rojo dominante por todas partes, no en balde es el color emblemático de la cultura china, y no sólo por razones ideológicas o políticas. Todo ello salpicado de pequeñas estatuas y vistosos motivos decorativos. El Templo estuvo muchos años cerrado al culto, pero pocos años después de la muerte de Mao abierto fue de nuevo y alberga a una comunidad de monjes lamaístas.
Delante del edificio principal está la explanada donde se puede depositar los palitos en donde se quema el incienso. Hay varias imponentes estatuas de leones. En otro de los templos principales podemos admirar e incluso ponernos al lado de una gigantesca estatua de Buda. En otro edificio está el trono del Dalai Lama y el del Panchen Lama. Hay también en los diversos edificios abundantes y vistosas obras de arte, tanto escultóricas y pictóricas. Con el casi imprescindible olor a incienso por todos lados, pese al intensísimo frío de varios grados bajo cero que nos hizo aquella mañana de diciembre, y, cómo no, con la tienda de recuerdos para los turistas junto a la entrada del complejo. Algún recuerdo tenemos ahora colgado en las paredes de casa que es de aquella tienda.
No es un lugar tan famoso como otros de Pekín y alrededores tales como la Ciudad Prohibida, la Gran Muralla o el Templo del Cielo pero su visita es una interesante experiencia que proporciona la oportunidad de conocer un templo budista en la mismísima capital de la China liderada por un partido llamado comunista.
Gracias por la atención y un saludo a todos.