El Hotel Victoria Junction de Ciudad del Cabo está bastante bien situado para hacer turismo por la citada ciudad. Además de su ubicación destacaría su restaurante, donde podías comer como una reina.
Cuando entrabas en la habitación tenías la sensación de estar un plató de cine, donde se estaba rodando una película. Una gran alfombra gris cubría buena parte del suelo. La cama era de matrimonio a lo bestia, enorme. Sobre la puerta estaba el número de la habitación en una placa que parecía de plata. Nos recibieron con una bandejita de pasteles, una tetera de té humeante y unos cafés. Muy amables.
Yo no dormí muy tranquila porque detrás del cabecero de la cama había una pequeña cavidad y dentro de ella una pequeña escultura. Me ponía de los nervios. Para más inri la escultura estaba iluminada y no conseguía quitarle la luz.
Como decía mi marido, la nuestra era una habitación para gente que durmiera poco. La misma lámpara de la mesilla era de las que puedes mover para leer cómodamente en la cama.
Tanto la habitación como el cuarto de baño tenían un aspecto de antigüedad que no podían con él. La caja fuerte era gratuita. Guardé algo de dinero y casi me arrepiento porque me costó horrores abrirla.
Además del armario y la gran cama, contamos con un escritorio de madera noble con una silla giratoria nada confortable. Sobre el escritorio había una lámpara de trabajo, un teléfono y bajo ésta estaba la papelera de aluminio.
El televisor era más antiguo que el de mi abuela. Tenía 11 canales y dos emisoras de radio. Ninguno en español, por supuesto.
En la pared destacaba un gran espejo.
Lo que me llamó mucho la atención en el cuarto de baño es que tuviera un fregadero. No sé para qué. ¿Lavarían los huéspedes del hotel la ropa? ¡A saber! El kit de aseo tenía todos sus productos excesivamente perfumados. Bañera no había. Una ducha y gracias. La iluminación del cuarto de baño era de color verde.
El hotel contaba con una sala de fumadores en la que no puse mis pies. Mi marido entró a echar un vistazo y dijo que no era nada del otro mundo. Una máquina expendedora de cigarrillos, un televisor en la pared y unas cuantas mesas.
La piscina tampoco era gran cosa. Estaba detrás del hotel. Accedías con la tarjeta de la habitación.
En los restaurantes del hotel te ofrecían un menú internacional bastante amplio a unos precios moderados. Las hamburguesas eran enormes. En general, las raciones eran como el triple de lo que son en España.
El acceso a Internet era de pago. Podías acceder en unos ordenadores fijos y portátiles que había en el bar que estaba en la entrada.
El desayuno no te dejaba con hambre. Varias marcas de cereales, fruta, setas, zumos, café, té, bollería,... Todo en cantidades abundantes.
El Hotel Victoria Junction de Ciudad del Cabo no fue de los peores hoteles que conocí en África, pero sí de los que dejan mucho que desear si los comparas con la oferta hotelera española. Un tres estrellas de aquí es mejor que un cinco estrellas de allí.
Un consejo: es mejor alquilar un coche a aventurarte en el transporte público. Nunca sabes lo que puedes encontrar.