Hola, amigos de Xakia:
Beijing (Pekín), la capital de la República Popular China, fue la segunda ciudad que visitamos en nuestro viaje a China en diciembre de 2004, tras una semana en la sureña Guangzhou (Cantón). El motivo del viaje fue muy especial, tanto que si a la ida fuimos dos personas, a la vuelta éramos tres.
Pese a ser la capital no es la ciudad más poblada del país, pese a sus más de 10 millones de habitantes, ya que Shanghai la supera en población y en importancia económica, pero en Beijing está la sede principal del poder político, el gobierno, el parlamento o gran asamblea popular y el Partido Comunista de China, partido gobernante en el país desde 1949, año del triunfo de la revolución liderada por Mao Tse Tung (Mao Zedong, en la forma actual).
Para completar un poco más el comentario, apuntar que la gastronomía pekinesa se basa sobre todo en la carne. Es muy distinta a la de la subtropical Guangzhou y par nosotros más digerible. Destaca el conocido pato laqueado, pato asado que se sirve con salsas y diversos acompañamientos. De lo mejor que he comido en China.
Tuvimos suerte con la climatología. Los días fueron soleados aunque la bruma persistente causada por la contaminación y la falta de viento provocaban alguna molestia de poca importancia.
Pasando a la ciudad en sí, hay infinidad de cosas que ver, y realmente no paramos durante la semana de nuestra estancia. Al igual que en Cantón, nuestros guías nos llevaban cada día a visitar algún monumento o lugar destacado de la ciudad, en especial por las mañanas. Tuvimos por tanto el privilegio de visitar:
-La Ciudad Prohibida, en el mismo centro de Pekín, junto a la plaza de Tiananmen, situada en su acceso meridional. Popularizada internacionalmente por la película "El último emperador" de Bernardo Bertolucci, ese hecho fue todo un símbolo de la apertura imparable del país al exterior. Durante siglos el pueblo llano tuvo prohibida su entrada en la misma, un extenso conjunto tapiado de palacios y residencias que pertenecieron a los emperadores de China hasta que, en 1911 fue derrocado PuYi y se estableció la República. Su gran extensión y las muchas escalinatas convierten la visita en una experiencia exigente físicamente pero inolvidable por la importancia y valor simbólico del lugar, el centro del poder de un gran imperio milenario.
-La Plaza de Tiananmen, junto a la Ciudad Prohibida. Es la gran plaza pekinesa, el centro neurálgico y geográfico de la capital. Es la sede de las mayores manifestaciones populares y de los grandes desfiles militares. A ella se puede llegar a través de largas avenidas en cuadrícula que atraviesan la plaza por el norte y este. Es la plaza más grande del mundo, de planta rectangular con los lados este y oeste más largos que los lados norte y sur. Y por si fuera poco la escasa altura de los edificios que la rodean realza aún más la sensación de inmensidad, y de ello te das cuenta especialmente si estás personalmente dentro de ella. Es sin duda uno de los lugares más típicos de postal de Beijing y de toda China, en especial parte que mira hacia la entrada principal de la Ciudad Prohibida con el retrato de Mao). Pero hay otros edificios importantes de inconfundible estilo arquitectónico soviético rodeando la plaza: el Mausoleo de Mao al sur,el Museo Nacional de Historia y de la Revolución al este y el Gran Palacio del Pueblo, sede de la Asamblea Popular (Parlamento, al oeste. Cuando estuvimos allí, en la fachada del Museo Nacional había un enorme marcados que indicaba los años, días y horas que faltaban para el inicio de los Juegos Olímpicos de 2008.
-La Gran Muralla. Obra grandiosa por su longitud (miles de kilómetros), por el periodo de tiempo en el que se fue levantando.Sólo con ver algún tramos de pocos kilómetros serpenteando sus muros de varios metros de alto con sus corredores de vigilancia subiendo y bajando montañas, colinas y valles te puedes hacer una ligera idea de lo ciclópeo de esta obra. Se extiende desde la frontera con Corea hasta lo más remoto del desierto de Gobi, y más de 1500 años pasaron entre las primeras y las últimas construcciones de la muralla. Se pretendía defender al "Reino del centro", como era conocida China, de las invasiones. Sin embargo a la larga fue inútil para evitar las incursiones de los mongoles quienes finalmente se apoderaron del reino y establecieron el reinado de la dinastía Ming. Hay varias secciones de la muralla cerca de Beijing, nosotros vimos la de Badaling, unos 70 kilómetros al noroeste de la capital. Allí algunos, los que decidimos afrontar el viento helado que soplaba endiablado aquel día (y no en Beijing curiosamente) nos animamos a efectuar la dura ascensión de la muralla, colina rriba. Desde luego la vista que se podía disfrutar en la cima era espectacular, con la "serpiente de piedra" arrastrándose arriba y abajo por las colinas.
-El Templo del Cielo. Conjunto de varias edificaciones, rodeados por una muralla. Está enclavado dentro del recinto de un parque al sur de la ciudad. Destaca especialmente el Altar Circular, al que se accede por unas escalinatas y tiene planta circular con el consabido color rojo y un triple tejado negro. También es especialmente interesante el Salón de la Oración por la Buena Cosecha. Fue construido este templo por los emperadores de la Dinastía Ming hacia el año 1400 y su propósito era rogar por las buenas cosechas.
-El Palacio de Verano. Es un complejo de palacios, casas y jardines situado a las orillas del lago Kunming a unos 10 kilómetros al noroeste del centro de la ciudad. Fue construido par ser la residencia de verano de los emperadores. También requiere de una buena caminata para verla con detenimiento. Lo que más me llamó la atención de todo fue el llamado "Barco de mármol" en las orillas del lago, obra realizada a finales del siglo XIX, en la última fase del Imperio y que nos dijeron que era un símbolo de la ostentación y la corrupción imperial.
-Los hutong, o barrios tradicionales de la vieja ciudad. Están formados por casas bajas pegadas unas a otras y con estrechas callejas orientadas generalmente de este a oeste. Son territorio casi exclusivo de las bicicletas. Cuando estuvimos nosotros estaban en plena reconversión urbana de la ciudad y pudimos ver que estaban derribando en algunas zonas, aunque los guías nos aseguraron que se quería conservar una parte de ellos.
-El Templo Yonghe Gong o de los Lamas. Como es habitual en los templos budistas se trata de un complejo de diversas edificaciones, templos, altares y residencias de los monjes de estilo tradicional. De este lugar recuerdo también el olor al incienso de las ofrendas por todos lados, pese a que el día era gélido. En la tienda de recuerdos compramos algún recuerdo que tenemos colgado en la pared de nuestra casa.
Tuvimos ocasión de ver otros lugares durante esa semana. Visitamos la fábrica de la Seda, en donde nos mostraron el proceso tradicional de elaboración, desde los gusanitos hasta la tienda de rigor, con ropa, colchas, sábanas, etc. Estaba, no lejos de la entonces aún no construida Ciudad Olímpica.
También el mercado Sanlitun Yashow, edificio de varias plantas con puestos de venta de relojes, joyas, aparatos de electrónica, ropa, bolsos,etc, etc. de buena calidad en muchos casos y a unos precio mucho más bajos que en España, sobre todo si se sabe regatear bien. Me llamó la atención que casi todos los vendedores eran capaces de decir alguna palabra en castellano además de las imprescindibles en inglés, lo cual me dijo mucho acerca de “montaje para sacar los yuanes” (moneda china). Solo compramos alguna prenda además de algún objeto curioso, más que nada por no volver demasiado cargados.
Pudimos asimismo asistir a una representación del espectacular circo de acrobacias.
Beijing es una ciudad inmensa en extensión. Tiene a la Ciudad Prohibida y a la Plaza de la Paz Celestial (Tiananmen) como el centro geográfico de la capital. Y a partir de estops dos hitos, presenta un diseño urbano similar en algunos aspectos al del Moscú soviético, con menos rascacielos que en Cantón, y tiene un diseño urbano muy cuadriculado en todo el centro con avenidas larguísimas que cruzan de de este a oeste y de norte a sur, alguna de ellas con más de 15 kilómetros de longitud. Más hacia las afueras amplias rondas y bulevares con muchos bloques de viviendas de estilo soviético.
Nosotros estuvimos alojados en el hotel Wangfujing, un hotel grande y algo anticuado situado en una de las zonas más comerciales de la ciudad, en la bulliciosa calle del mismo nombre, no lejos de la Ciudad Prohibida.
Mucha animación en todos los puntos de la ciudad que visitamos. Observamos grandes contrastes entre las distintas zonas, algunas de alto nivel de vida y otras bastante más modestas, aunque ciertamente en ningún sitio se veía miseria. Había pobreza, algún que otro mendigo en las calles, mucha gente modesta circulando en rudimentarias bicicletas, trolebuses desvencijados de los tiempos de Mao junto a autobuses modernos y cómodos.
De la gente sólo puedo hablar de forma elogiosa, muy educados y amables, y es que pese a la barrera idiomática, intentaban ayudarte en lo que podían, aunque fuera por señas. Tengo muy buen recuerdo del pueblo chino.
Como conclusión, nuestra estancia pekinesa fue una experiencia inolvidable. Beijing es una ciudad con innumerables atractivos, que ofrece muchísimos alicientes que invitan a conocerla y que está habitada a buen seguro por millones de personas estupendas. No descarto si la ocasión se presenta volver a visitarla dentro de algunos años, acompañando a su país natal a la persona que se vino con nosotros a España hace ya casi 7 años. Y siempre China y Beijing en particular ocupará un lugar muy especial en mi corazón.
Gracias por la atención prestada y un saludo a todos los lectores.