El Hotel Cavanna ubicado en la calle Gran Vía de la Manga del Mar Menor, es un cuatro estrellas que parece una pensión barata.
Está bien ubicado para unas vacaciones de sol y playa. La parada de bus está a unos 200 metros. La playa justo delante. Tiendas, bares y restaurantes hay para aburrir en los alrededores.
Ha sido remodelado el año 2001. Lo que no remodelaron fue la limpieza. Nosotros en nuestra habitación encontramos hormigas. Nos diejeron que se debía al calor, pero aquello estaba motivado por la falta de limpieza.
Nos dieron las llaves de la habitación sin haberle hecho una limpieza a fondo. Nos encontramos con papeles de depilación tirados en una esquina del cuarto de baño. Casi me muero del asco.
Lo que pensabamos que iban a ser unas vacaciones en familia baratas, se volvieron bastante caras.
Te lo cobraban todo: las actividades en la playa que tenías justo delante del hotel, la lanchita de pedales, el parking (había uno gratuito que siempre estaba lleno y tenías que pagar 7 euros diarios en el de pago), la caja de seguridad, la cuna para la niña,...
La piscina tenía integrada la de los niños y estaba siempre a tope. Conseguir una tumbona vacía era tener más suerte que los que aciertan el gordo de la lotería de Navidad.
Encima los turistas no eran nada amables. Te podían ver con un bebé en brazos que nadie apartaba sus cosas de la tumbona. Había muchas familias ocn niños gritones y también muchos jubilados en viaje del IMSERSO. Mis suegros estaban en uno de esos viajes y por eso nosotros aprovechamos para ir al mismo hotel.
Subir en el ascensor era una odisea. Empezabas esperando más de cinco minutos por el ascensor y acababas tapando la nariz una vez dentro. Parecía que aquellos ascensores no los hubieran limpiado desde que los colocaron.
La misma falta de higiene había en las comidas. Mis suegros tenían pensión completa y acabaron comiendo con nosotros en un restaurante próximo cuando mi suegra encontró bichos en la lechuga.
No os lo recomiendo.
El personal era amable, pero no daban palo al agua. Mucho sonreír y poco trabajar. Lo único que tenían bien limpio era la zona de recepción.
Las habitaciones estaban decoradas en tonos blancos y beis, muy acogedoras, pero sin excesos decorativos. Tenían un balconcito.
Por lo demás había sauna y unos baños de vapor que te cobraban bien cobrados.
Las toallas del baño y el kit no los usamos. Preferimos ir de comrpas porque no fuera a ser que estuviéramos usando un gel ya usado por los anteriores huéspedes.