Desde la carretera por la que se llega al Real Monasterio de Guadalupe, ya pueden apreciarse la belleza y majestuosidad de este monumento gótico-mudéjar, cuyo origen está estrechamente vinculado al hallazgo de una imagen de la Virgen de Guadalupe en el siglo XIII.
La fachada principal del Monasterio, de estilo gótico es espectacular. En ella se encuentra la puerta de acceso al templo donde se exhiben pinturas de incalculable valor de grandes mestros como Carducho, Carreño, Zurbarán, etc...
En el Altar Mayor, la Virgen de Guadalupe y en su camarín, de gran belleza, se exhibe una colección de mantos de incalculable valor, así como joyas o pinturas de Lucas Jordán.
Tras recorrer varias capillas, se llega a la joya del Monasterio: su claustro mudéjar, en el que destaca el templete central, de ladrillo. Sin duda, único y hermosísimo.
Aún quedan otros rincones maravillosos en el Monasterio: la escalera plateresca, el sepulcro del Padre Illescas o la glorieta del laboratorio, así como un museo con magníficas miniaturas.
En definitiva, una joya arquitectónica imprescindible y majestuosa.