El último perfume que me regaló mi marido es el Issey Miyake, L'Eau d'Issey, Eau de Parfum.
No estuvo muy acertado. Es un perfume que fue olerlo y detestarlo. Es dulzón a más no poder. Marea con tanta dulzura. Me lo he puesto un día para salir y no me quedó ganas de volver a perfumarme. Menos mal que el frasco es sólo de 50 ml.
Es un perfume demasiado floral para mi gusto. Huele a rosas y azucenas más a algún que otro clavel que mata. Todo flores. Y es un olor que va a más. Cuanto más tiempo pasa más te lo notas. Se te pega el olor a la piel, a la ropa, y no te lo quitas de encima hasta que te das un baño a fondo.
No me gusta ni el frasco. Es una botella con cierta originalidad en lo que es el tapón-bolita, pero muy sencilla. No me gusta en absoluto. Encima se ve bastante frágil.
Ya le dije a mi marido que no me lo volviera a reglar. A mí no me gustan los perfumes tan florales. Parece que llevas encima un jardín completo.
El diseñador es un japonés que también diseña ropa. No sé como es su línea textil. Espero que sea mejor que la de perfumes. Este perfume está sobrado de flores. Las combina de tal manera que consigue un perfume que no te quitas de encima hasta que ducha veinte minutos debajo del agua.