El Hotel Sao Jose es uno de mis favoritos de Oporto porque te queda todo a mano. Es perfecto para cuando llegas a Oporto sin coche. Si llevas coche, gastarás una pasta en parkings. El parking del hotel te clava 15 euros por día. Mi pareja quedó temblando cuando le pasaron la factura y vio que el parking durante una semana le había saltado en las nubes.
Nosotros estuvimos con mis niñas en una habitación triple que nos resultó muy práctica porque estaba lo que era la habitación del matrimonio y un añadido a modo de pequeña habitación que fue donde durmieron mis gemelas.
Lo que me desagradó fue el cuarto de baño. Era tan pequeño que poco más grande era que el lavabo de algún br. Menos mal que lo tenían muy limpio y con todo muy ordenado. No había bañera, pero sí una ducha que funcionaba a las mil maravillas.
La habitación tenía una decoración de piso ochentero. Las colchas de las camas tenían un estampado que recordaba las pieles de una cebra. Los muebles no eran modernos, pero estaban bien conservados. Era una habitación bastante silenciosa pese a que sus ventanas daban a la Calle de la Alegría.
¿Más desventajas? Pues sí. Las almohadas eran imposibles para mí. Eran altísimas. Tanto nosotros como las niñas acabamos durmiendo sin almohadas. Aquellas almohadas me rompían el cuello.
El desayuno para mí fue más que suficiente. Teníamos café, bollería, los típicos bollos portugueses, mermelada, zumos, tostadas, yogures... Los yogures del buffet nos vinieron de cine porque mis niñas no quieren desayunar otra cosa. Lo que no me gustó nada del desayuno fueron los zumos: sabían peor que los zumos de cartón que te venden aquí en los supermercados.