En el Aeropuerto Internacional El Dorado, Bogotá, siempre pierdo la paciencia. Entre las aglomeraciones de gente, la mala organización y lo tardones que son los empleados acabo de los nervios. Es todavía más caótico que el resto de aeropuertos de Colombia. La última vez que estuve hice una cola con el equipaje encima que casi me metió ganas de regresar a España nadando. Fue horrible.
Donde se forma más lío es en los mostradores de inmigración. Se ve que tratan de mejorar incorporando más personal, pero, hay tanta gente que no dan abasto. También les falta profesionalidad. No se puede comparar el personal de este aeropuerto con el personal cualificado que tenemos en los aeropuertos españoles.
Me fastidió mucho que me cachearan como a un delincuente. Con mi chico no se pararon tanto. No es que yo tuviera cara de guerrillera, como decía mi chico, sino que soy mujer y los de seguridad aprovecharon. No soy tonta.
Los requisitos de entrada son un lío, pero lo peor llega cuando embarcas. Les grité varias veces. Me miraron el equipaje varias veces. Al final mis maletas ni cerraban. No sé como llegaron a Madrid llenas. Encima tuve que pagar un impuesto no sé por qué. Mi chico quería ponerse en la cola de los que pedían que se lo quitaran. Yo pagué como una marquesa. No podía esperar ni un minuto más.
No os recomiendo el Aeropuerto Internacional El Dorado, Bogotá. Es mejor evitarlo. Lo malo es que no siempre puedes hacerlo. La única ventaja que le encontré es que te queda cerca de la ciudad. Mi chico dice que este aeropuerto mejoraría si lo ampliaran. Yo no creo ni eso. Sería un lío todavía más grande. Con el tamaño que tiene hoy día vas de cola a cola sin tener que andar mucho. Otra ventaja. No os recomiendo tampoco llevar niños. Me alegré de no haber llevado a mis crías. Se me hubieran traumatizado con tanta cola.