Estuve en el Parador de Chinchón por motivos de trabajo. Una empresa con la que colabora había alquilado uno de sus salones de trabajo para hacer una reunión de consultoras de belleza y me pareció muy práctico alojarme en el mismo sitio al que iba por motivos laborales. Así fue. Todo estaba a mano, como dice mi madre.
Es un Parador muy fácil de encontrar. Está en la Avenida del Generalísimo,1, del bonito pueblo de Chinchón. Es un convento agustino del siglo XVII que parece una casa antigua más que un convento. Mis compañeras y yo pasamos un fin de semana inolvidable en este Parador rodeado de un amplio jardín de cipreses, rosas, setos y demás plantas verdes. Era un jardín frondoso que invitaba a relajarte y a olvidarte de tus problemas.
El claustro de este antiguo convento reconvertido en Parador es muy bonito, aunque no tan espectacular como el de otros conventos que he visto. Lo que sí es espectacular es el interior del Parador. Te hace soñar con sus murales en las paredes de impronta renacentista, amplios ventanales y bóvedas propias de la arquitectura de otros tiempos. Me gustó mucho el mobiliario clásico y castellano, y eso que yo no soy nada de antigüedades. Era el tipo de mobiliario que le iba ideal al Parador.
Mi habitación era de cine con una zona baja, donde estaba el dormitorio propiamente dicho, y una parte superior, tipo dúplex, al que accedías por unas bonitas escaleras de madera. Me sentí como una Reina. Fue mi premio por parte de la empresa por ser una de sus mejores vendedoras.
Volvería al Parador de Chinchón sin pensarlo dos veces. Es estupendo. Muy tranquilo, con rincones en su jardín muy románticos y un restaurante donde puedes saborear una cocina sencilla y deliciosa. Me encantó el cochinillo y el cordero asado. Muchas de mis compañeras pidieron sopa de ajo. Yo no porque la sopa de ajo no me gusta ni aunque me la prepare un chef.