Si quieres asustarte un poco con el mundo que viene, debes leer La imparable marcha de los robots de Andrés Ortega, un libro que va de ensayo, pero que se queda en un conjunto de ocurrencias del autor.
Nos cuenta este buen hombre en su libro como en Japón un programa da conversación y la gente se enamora de la voz que habla. Nada nuevo bajo el sol. La gente siempre se enamoró de los periodistas de la radio, por ejemplo, por su voz. Seguro que esos japoneses enamorados se desenamoran si le ponen cara a la voz que los hace soñar con el amor.
Andrés Ortega nos asusta diciendo que se va a producir una destrucción de empleo por culpa de los robots. Van a destruir más empleo del que van a crear. En Estados Unidos, predice, pueden desaparecer más del 47% de los empleos. No creo que ocurra tal cosa ahora que Donald Trump está cerrando las fronteras para que no les roben el trabajo a los autóctonos.
El autor de La imparable marcha de los robots se replantea reaccionar ante una jornada laboral de 15 horas a la semana, cosa que ya decía Keynes. Va a haber un 20% de gente que gane mucho dinero y un 80% que gane poco. Igual que ahora. Los ricos son pocos y los pobres nos multiplicamos como los conejos.
No os recomiendo este libro. Es totalmente pesimista. Si eres depresiva, lo lees y necesitas tomar algo que te levante la moral. Yo me comí casi una tableta de chocolate entera para venirme arriba. Estaba por los suelos pensando que los robots me iban a quitar el trabajo. Lo único que me consolaba algo era pensar que esos robots iban a cotizar a la Seguridad Social por mí y por los demás desempleados. Andrés Ortega sabe asustar. En eso hay que darle un diez. A la hora de escribir libros está un poco verde. Hacia la mitad del libro, además de asustar, te duermes. Es, pues, un libro perfecto para conciliar un sueño con pesadillas.