El Hostal Mafer me recordó a la casa de una señora viuda. Es un hostal decorado con muebles antiguos mezclados con alguna cama más actual. En las paredes aparecen colores como el verde y unos cremas que recuerdan viejos tiempos pese a verse las paredes bien pintadas.
Se trata de un hostal pequeño, pero perfecto para un grupo de amigos que no quieran gastar mucho dinero. Para una familia no lo veo muy cómodo, y menos si tienes niños de corta edad. A los hijos hay que darles algo mejor para que te consideren una buena madre. La habitación y zonas comunes están muy limpias, el trato inmejorable. La chica que nos atendió nos ayudó con muchas cosas. Por ejemplo, se ofreció a guardarnos el equipaje que no nos cabía en la habitación. Todo un detalle. Repetiremos la experiencia sin duda. Nos gusta volver a donde nos tratan bien. Por eso os lo recomiendo.