En el Parador de Vilalba me sentí como una princesa medieval. No es para menos cuando tu chico ha reservado una de las seis habitaciones que hay en el torreón del siglo XV del parador. El otro edificio es más moderno. Se trata de un edificio de estilo pazo gallego, donde están las habitaciones restantes, el bar y el restaurante.
Nuestra habitación era preciosa. Te asomabas a las ventanas y veías todo el pueblo de Vilalba a tus pies. Como os dije, me sentía como una princesa encarcelada en una torre, esperando que me liberaran de la buena vida que me daban mis captores. Era una habitación muy acogedora, igual que el resto de las estancias del Parador de Vilalba.
La cama era inmensa. No tuvimos falta de espacio. Encontré el colchón algo duro, pero eso era lo de menos. Lo mejor era despertar y verte en un castillo. la colcha era de color vino, a juego con los sillones y con algunas alfombras que cubrían los suelos de la habitación. La ventana no era muy grande, pero me gustó porque estaba en una especie de túnel que le daba un aire muy medieval. Había lámparas y falta hacían porque, de lo contrario, la habitación resultaría algo oscura.
Me gustó mucho el salón de los Andrade, con sus pinturas murales y escudos de armas en las apredes. Los Andrade fueron una familia muy importante en la Galicia medieval. No me hubiera importado descender de ellos. Una mujer con un pasado de nobles que se mataron en las guerras es muy interesante.
Os recomiendo este parador. Sólo por su comida vale la pena alojarse unos días. El lacón con grelos que preparan es de lo mejorcito de la gastronomía gallega. Lo mismo puedo decir de la empanada de raxo. Yo les compré dos enteritas para llevar para mi suegra y para mi madre. Son dos fans de la comida de Galicia. Lo que me gustó menos fue el capón de Vilalba. Mi chico quiso comerlo y lo comió el solo. A mí siempre me ha parecido un pollo demasiado duro.