Durango es una noble villa del interior de la provincia de Vizcaya, cuya ventaja principal sobre otras es que está muy cerca de la autovía y es que las carreteras nacionales en el País Vasco son para pegarte un tiro: Curva a la izquierda, curva a la derecha, “pa’rriba”, pa’bajo”, por los montes, entre bosque… Me sentía un poco como en la película de “El Guardían Invisible”, jeje. Y eso que yo soy del norte, pero estoy acostumbrada a otro tipo de carreteras.
Bueno, al grano, que a Durango se puede llegar por la autopista de peaje, y eso hace que sea más turística que otras. Creo que merece la pena la visita, aunque no una pernoctación pues en un día está mas que visto, aunque siempre podéis completar la visita disfrutando de la excelente gastronomía de la zona, lo que entonces lo convierte en una estupenda opción para una escapada de fin de semana.
Durango tiene patrimonio. Y además lo tiene muy bien conservado. Gran parte del centro histórico es prácticamente peatonal y merece la pena perderse y callejear porque en pocos minutos nos daremos de bruces con alguna iglesia, palacio o edificio con gran valor artístico o cultural. A destacar:
- La basílica de Santa María de Uribarri, construida junto a la torre de Arandoño que se utilizó como campanario. Impresionante templo gótico con un inmenso pórtico que permite realizar muchísimas actividades a cubierto.
- Arco de Santa Ana. Es la única puerta que queda de las antiguas murallas.
- La Cruz de Kurutziaga, cruz de término de estilo gótico. Actuamente está en el Museo Kurutzesantu, cerca de su ubiación original. Marcaba los límites de la villa, donde se regían leyes propias.
Hay muchos mas monumentos, pero esto fue lo que más nos llamó la atención.
Tampoco hay que olvidarse de callejear en busca de uno de los famosos pintxos vascos y, si nos queda hueco, degustar un chuletón o un bacalao típicos en la zona. El turismo gastronómico cada vez me gusta mas y el norte es una de las mejores zonas para disfrutarlo. Durango no es una excepción. Algunas de sus barras cargadas de pintxos son un espectáculo en si mismas.
Por ponerle una pega a Durango me quejo del aparcamiento, poco y la mayoría regulado por lo que te toca pagar y no es precisamente barato, pero es que en el País Vasco a mi me parece todo caro. Hay calidad pero se paga.