Mi marido quería ir a un hotel de película y eleigió el Hotel Joséphine en Tánger para para pasar un fin de semana romántico. Fue todo un acierto. Me sentí como la protagonista de Casablanca en una habitación que recordaba la Europa colonial in situ. Sólo una ricachona podía haber dormido en aquella cama sobre un suelo de tarima de madera y rodeada pro unas paredes pintadas perfectamente de un color verde botella que no quedaba estridente sino chic.
Me trataron como a una reina. Para algo el Hotel Joséphine en Tánger es el mejor hotel de marruecos. Yo estuve en otros hoteles en Tánger y en otras ciudades del país vecino y no hay punto de comparación. Se nota que allí se alojan los ricos de verdad. Allí todas son buenas caras, muchas sonrisas y empleados agradecidos cuando les dejas propina. No son de esos empleados que miran las propinas con cara de me das poco.
Me gustó tanto el hotel que casi no salí. Era de cine total. Mi marido bajo a la piscina, pero yo ni eso. No quería salir, ni marchar. Me hubiera quedado a vivir para siempre si no tuviera dos hijas en España esperándome.
En este hotel colocan todo de manera muy profesional, muy palaciega. Vi como los camareros colocaban los candelabros midiendo los espacios como hacen en el palacio de la Reina de Inglaterra. La misma precisión tienen en la colocación de platos, tenedores, cucharas, cuchillos, copas. Es una pasada. Mi marido decía que era más un palacio que un hotel. Mi santo está acostumbrado a hoteles que recuerdan más una oficina que una solución habitacional acogedora. Yo volvería ahora mismo a este Hotel Joséphine en Tánger. Por eso os lo recomiendo.
La única desventaja que le encuentro es su precio. Nunca encuentras descuentos. No me extraña. El lujo no tiene crisis. Casi te alegras de encontrar una habitación libre.