No me gusta ser una esclava en mi casa ni en ningún sitio. Por eso recurro a lo fácil, es decir, a la comida de calentar y servir como el Capón con dátiles, jamón serrano mousse de foie y castañas LA CARLOTEÑA que encuentras a vender en lo supermercados grandes y en todas las grandes superficies. Mucha gente se echará las manos a la cabeza porque lo que se lleva es cocinar como si estuvieras ensayando para ganar un concurso de cocinillas en la televisión. Mi suegra también se escandaliza, pero se escandalizará menos cuando pruebe en mi casa estas navidades el capón de calentar y listo.
Compré uno la semana pasada para ver como salía. Sale delicioso. Lo metí unos minutos en el microondas y estaba que te chupabas los dedos. Mis hijas lo comieron sin protestar, cosa poco común en ella. Son niñas a las que no les gusta la carne, tanto da que sea carne de animal de cuatro patas como de ave. Pues bien, el Capón con dátiles, jamón serrano mousse de foie y castañas LA CARLOTEÑA les encantó.
No me extraña proque está muy sabroso, blandito, bien cocido y con un relleno que le da un sabor especial. No me saldría mejor si me pusiera a hacerlo tras comprar el capón en la carnicería.
Es un capón de 2800 gramos. Casi tres kilos de capón que nos dieron para varias comidas. Incluso acabé aprovechando los restos en unas croquetas que me salieron deliciosas.
Falta hace aprovecharlo porque no es nada barato. Cuesta 89 euros. Te viene saliendo a 31,79 euros el kilo. Cuando se lo conté a mi marido casi le tengo que llamar un médico. Mi santo dice que es mucho precio para un pollo porque un capón para mi esposo no deja de ser un pollo, aunque en señorito porque lo ceban hasta dejarle la carne con más valor.
Os lo recomiendo. Lo encuentras envasado en una caja grande con la foto del capón. Abres la caja y te encuentras con un envasado interior del que quitarás un capón relleno que no tiene forma de pollo sino de tollo de carne con el correspondiente relleno. Están en todo sus fabricantes. Es como si supieran que a muchos de sus compradores no nos gusta ver un pollo tal cual sobre nuestra mesa; lo preferimos sin forma de lo que es.