Casi nos olvidamos de que existen, pero aún hay en nuestro país muchas mujeres que viven encerradas en conventos sin hacer nada que no sea rezar. Son las monjas de clausura. Nos las recuerda el libro Clausura: feminismo radical de Rafael Ángel Aguilar Sánchez. El autor recorre todos los conventos de clausura de España y nos va relatando las distintas realidades que encuentra.
Hay conventos que cierran. Otros conventos reciben nuevas vocaciones. Las nuevas monjas de clausura son jóvenes universitarias, triunfadoras en sus trabajos que deciden dejarlo todo por amor a Dios y a los hombres. Rafael Aguilar no sólo recorre los conventos sino que va recorriendo las vidas de sus moradoras. Descubrimos mujeres radicales en su feminismo, mujeres enamoradas de Dios hasta el punto de olvidarse de sí mismas por amor al Altísimo. No faltan jóvenes con novio que dejan el amor del novio por un Dios que sólo ellas entienden. Me llamó la atención el caso de una chica que deja sus estudios universitarios en Panamá cuando descubre navegando por Internet un convento en Daimiel, Salamanca, que le ofrece una vida contemplativa más interesante que un futuro prometedor gracias a sus estudios en su país.
Os recomiendo el libro. Yo no comparto los gustos de las jóvenes monjas. Me gusta la libertad. No aguantaría mucho tiempo encerrada entre las viejas paredes de piedra de un convento. Ni aunque bajara Jesucristo a darme un beso cual príncipe enamorado de Cenicienta me tenía allí esperando por él y por su beso. Prefiero a los hombres de carne y hueso. No aspiro a tener un Mesías a mis pies.
No creo que haya muchas mujeres que se animen a ir a un convento tras la lectura de Clausura: feminismo radical de Rafael Ángel Aguilar Sánchez. El feminismo religioso aún no está de moda. Tal vez lo esté algún día en el futuro; podría ser. Yo no quiero verlo. Sería un horror ver colas de mujeres desesperadas a las puertas de los conventos de clausura o sin clausura pidiendo entrar y quedarse allí dentro alejadas del mundo. Conmigo que no cuenten. Soy feminista de andar por casa. De Dios que se enamoren otras.