Mi hermana y yo compramos la misma cafetera: la Cafetera Infinissima DeLonghi que se vende en colores rojo, blanco y negro. No nos está dando los mismos resultados. Mientras a mi hermana le funciona de maravilla, a mí me funciona fatal. La he llevado a arreglar dos veces y, si me vuelve a fallar, fijo que la bajo al contenedor y que se la lleven los barrenderos. No pedo más con ella.
Me fastidiará tirarla porque me gusta su diseño. Casi ni parece una cafetera con sus curvas de estilo espacial. Las dos cafeteras que comparamos son de color blanco. Mi hermana dudó entre la roja y la blanca. Yo no tuve dudas. La mía era la blanca. Es chulísima. Con su color blanco nieve y sus toques en negro me enamoró.
No me salió cara. Su precio era de 89 euros. Yo la compré por 38 euros comprando tres paquetes de café Dolce Gusto. MI hermana hizo lo mismo. De hecho, fue ella la que había visto la oferta y me llevó a la tienda. No necesitaba una cafetera nueva, pero acabé comprando la Cafetera Infinissima DeLonghi.
Me arrepiento de haberla comprado. No sé si mi cafetera y a venía medio defectuosa de fábrica. Lo que sé es que lleva dos arreglos, gracias a Dios, cubiertos por la garantía. Como tenga un fallo más va para el basurero. No me importa que tenga más arreglo o deje de tenerlo.
Por eso no os la recomiendo. Yo he tirado mi dinero. Lo barato, en esta ocasión, me ha salido algo caro. Y encima me gusta el diseño de la dichosa cafetera. Mi chico me dice que la deje como elemento decorativo del salón. No creo que le haga caso. No me gusta tener trastos que no funcionan por muy bonitos que sean. Por eso siempre digo que esta cafetera mía acabará en el basurero. Es una pena.