Fui a Zara por primera vez desde que empezó la pesadilla del coronavirus y me encontré con una tienda perfectamente adaptada a la nueva normalidad. Entré con una cita previa que había conseguido por teléfono. Fue distinto, pero no tan distinto como me parecía. Incluso me gustó más porque tenía una empleada pendiente de mis necesidades. Las tiendas Zara que pasaban de ti ya no existen. Ahora son todo atenciones.
Yo me probé varios pantalones blancos que me encantaban. Compré dos. Se van a llevar una barbaridad los pantalones blancos este verano. Son unos pantalones vaqueros que combinan muy bien con una blusita mona o con un jersey de verano los días en los que refresque un poco.
La ropa que probé y no llevé la limpian. Me dijo la dependienta que la meten en una máquina de ozono. Queda más limpia que cuando sale de la fábrica. Esto me da mucha tranquilidad. Aún así, los pantalones que compré los metí en la lavadora y los lavé. Mi marido me dijo que estaba loca. Lo mismo hice con unas camisas que compré para él. No está de más lavarlos con agua caliente en la lavadora. Todas las precauciones son pocas.
Os recomiendo ir a la nueva Zara. Es la Zara de siempre, pero libre de coronavirus. Yo toqué la ropa con guantes. Me puse otros guantes para vestirme y desvestirme. Te los dan en la tienda si no llevas. También tienen geles hidroalcohólicos para las manos. Tenemos que acostumbrarnos a la nueva normalidad. Espero que pronto vendan mascarillas en Zara y en otras tiendas de moda a juego con los modelitos. Hablando de mascarillas, tanto las empleadas como las clientas íbamos con mascarilla. Yo no me la quito ni para tomar el café en la terraza del bar.
Zara ha sido de las primeras tiendas de moda que ha abierto sus puertas al público estos días en los que sólo pueden vender con cita previa. Dicen que no funciona el sistema de la cita previa en las tiendas de ropa. Es mentira. Te sientes como una clienta vip con personal shopper. Es la gran ventaja que encontré en la Zara adaptada a los nuevos tiempos: tener una empleada que me atendiera bien y que no se limitara sólo a cobrarme.