Nunca olvidaré las vacaciones entre caballos que pasamos en Son Xotano, en Pina, Mallorca. Es una casona que está en mitad de cien hectáreas de campos dedicados a la cría de caballos. Es un gusto asomarte a la ventana de tu habitación y ver como los caballitos corretean libremente por el campo. Mis hijas disfrutaron mucho del contacto con unos animales que no son habituales en su día a día. Los niños de hoy sólo ven perros y gatos en las ciudades.
La casa es monumental. Fue construida en el siglo XVI. Es una edificación con influencias italianas. Pura piedra. La tienen bien cuidada por dentro y por fuera, pero eso no evita que el musgo haga de las suyas entre los sillares. Las puertas de las habitaciones dan al salón del primer piso igualito que los dormitorios de la casa de mis abuelos. Me gustó mucho la escalera de forja que lleva a ese gran salón desde la planta baja.
La decoración es muy balear: cerámica, cestería, muebles del pasado de la familia dueña de la posesión. Te sientes como en la casa de unos amigos que te abren las puertas de su privacidad para conseguir tu dinerito. Los dueños de Son Xotano tienen el negocio bien montado. No sólo te dan alojamiento, también organizan unas clases de equitación a las que se sumaron mis hijas a mi pesar. Yo no quería que montaran ningún caballo. Temía que se mataran las dos. Mi santo, en cambio, estaba seguro en las dotes de amazonas de nuestras niñas. Eran tres contra una. Los deje ganar. Afortunadamente, las niñas salieron existosas de sus experiencias con los caballos. Yo sólo me sumé a una excursión por las campas cercanas. Mi marido y las niñas iban a caballo, igual que otros huéspedes. Servidora los siguió andando. No fui la única: había una señora que estaba tan de los nervios como yo con lo de las clases de equitación a las que se nos habían apuntado las familias.
Pese a todo lo pasé bien. Por eso os recomiendo Son Xotano. Es una experiencia única, inolvidable. Los caballos son bastante mansos. Pero entre caballos y piscina, me quedo con la preciosa piscina que tiene este hotel rural. Es una piscina grande, con el agua muy limpia y rodeada por cómodas hamacas. Fue donde me relajé yo leyendo libros pendientes de terminar mientras mi santo y mis hijas asistían a sus clases de equitación.
Son Xotano es puro silencio. Llegas por la carretera a Sencelles una vez que pasas kilómetro y medio desde Pina. Nosotros no nos perdimos. Es fácil acertar con el sitio.