Estrenamos lavavajillas. Falta nos hacía cambiar. Cuando un lavavajillas da problemas, hay que pasar por la tienda y comprarle sustituto. Si empiezas a hacerle arreglos, no ganas para el técnico de las reparaciones.
Nosotros lo teníamos claro. Fuimos a la tienda de electrodomésticos y compramos por 229 euros el Lavavajillas Selecline, un lavavajillas con inicio diferido e indicador de falta de sal. También te indica si le falta abrillantador. Da mucha información en su pequeña pantalla. Necesitas leer con detenimiento el manual de instrucciones para hacerte con su funcionamiento. Yo le dejé esta tarea a mi santo. Es mi marido quien más usa el lavavajillas. No es capaz de lavar ni un solo plato a mano. Mi santo es de los que pone a funcionar el lavavajillas sólo con la taza del café y la cuchara. Lo suyo es puro derroche.
Os lo recomiendo. Su diseño es de lo más normal. Por lo poco que cuesta no se han parado a ponerle ningún detalle diferenciador de aspecto. Casi mejor. Su color clásico y sus medidas convencionales lo hacen apto para cualquier cocina. Queda discreto.
Lo que echo en falta es alguna prestación más. Por ejemplo, si fuera un poquito más rápido se agradecería. También agradecería que consumiera menos energía. Mi marido dice que le tengo manía al nuevo lavavajillas. Las facturas del agua y de la luz también le deben tener manía. Desde que llegó el lavavajillas y se puso a funcionar en nuestro dulce hogar los gastos en suministros son mayores. Alguna culpa tendrá.
Por eso ni os lo recomiendo ni os lo dejo de recomendar. Es un lavavajillas del montón. Casi compensa gastar un poquito más y comprar un lavavajillas con ahorro energético. Acabas amortizando el mayor precio. Lo bueno de este lavavajillas es que aguanta bien el trajín que le metemos en casa. Trabaja a destajo sin dar muestras de rendirse. Cruzo los dedos. No me gusta estar cambiando constantemente de lavavajillas.