Esclava de la libertad de Ildefonso Falcones es la novela que todo el mundo recibe contento cuando la regalas. Vende mucho el nombre del autor. La novela, afortunadamente, no defrauda. Tiene el argumento ameno que esperas de Falcones.
Las protagonistas son dos mujeres negras que viven una en la Cuba esclavista y colonial y otra en la España actual.
Corría el siglo XIX por sus mediados cuando llega a Cuba un barco con más de setecientas mujeres y niñas que habían sido secuestradas en África. Su destino es trabajar en los campos de la caña de azúcar. Llegan a la isla caribeña para trabajar y parir hijos que seguirán su camino de esclavitud sin remedio.
Kaweka no está por la labor. Cuando la meten en la hacienda del marqués de Santadoma se pone en contacto con la diosa Yemayá que la convierte en curandera. Entonces empieza su lucha. No quiere ser esclava y tampoco quiere que los suyos sean esclavos. La crueldad del marqués no es un impedimento para revelarse a la esclavitud. Kaweka es un alma libre.
En el siglo XXI vuelven a aparecer los dichosos marqueses de Santadoma. Ahora estamos en Madrid. Lita es la hija de Concepción, la sirvienta de toda la vida de los marqueses. La joven ha estudiado, pero no encuentra el trabajo que merece por sus estudios.
¿Qué hacer para encontrar un curro a la altura? Lo de siempre: Lita pide enchufe en la casa de los marqueses. Para algo su madre lleva toda la vida limpiando suelos y fregando cacharros. Los señores de Santadoma la pueden colocar en la banca propiedad del marqués.
Se supone que debería estar contenta, pero no lo está. Lita empieza a pensar que toda la fortuna de esta familia residente en el barrio de Salamanca se ha hecho a costa de muchas mujeres como su madre. Es decir, la esclavitud ha hecho millonarios a estos marqueses. Lita va a tomar cartas en el asunto.
Cuando llegas a esta parte de la novela te cansas de tanta sed de venganza. Casi odias a Lita. Te vienen ganas de decirle: chica, vive tu vida, consigue un novio y olvídate del marqués. Lita cae en el topicazo del racismo. Siente que los blancos nunca la tratan como a una igual. Lo mismo le pasaba a su madre y a aquellas antepasadas del siglo XIX que llegaron a Cuba procedentes de sus países africanos.
No os recomiendo ni os dejo de recomendar esta novela que mezcla el feminismo con el racismo. Tiene partes poco creíbles. Otras partes son cansinas. Me sobró tanto topicazo. Al final no sabes si estás leyendo una novela sobre la libertad y la justicia o un panfleto con un exceso de páginas.
Lo mejor que puedo decir de este libro es que llegas pronto al final porque el autor utiliza el lenguaje sencillo que lo caracteriza. Cuando alcanzas la palabra fin sabes que no lo vas a volver a leer. Esclava de la libertad de Falcones no merece una segunda lectura por mi parte.