El Museo Británico de Londres es uno de los museos más emblemáticos y visitados del mundo, con una impresionante colección que abarca miles de años de historia y cultura. He ido a visitarlo en varias ocasiones. La vez que más disfruté la visita fue cuando llevamos a las niñas. Era un poema ver sus caritas de sorpresa al ver obras que conocían por los libros de historia del colegio.
Fundado en 1753, el museo alberga una amplia variedad de obras de arte de todo el mundo y de todas las épocas, es decir, desde la antigüedad hasta la época contemporánea.
Una de las principales atracciones del Museo Británico son sus colecciones de antigüedades, que incluyen piezas egipcias, griegas, romanas y mesopotámicas. Entre las obras más destacadas se encuentran el friso del Partenón, proveniente de Atenas, Grecia, y la Piedra Rosetta, que fue clave para descifrar los jeroglíficos egipcios.
Sólo por ver estas obras de arte tan famosas vale la pena entrar en el museo. Pero estas piezas son una pequeña muestra de la riqueza cultural que alberga el museo. El museo es mucho más. Vas de sala en sala y parece que no terminas nunca de ver lo que tiene.
Además de sus colecciones antiguas, el Museo Británico también cuenta con una importante selección de arte europeo, con obras de artistas como Rembrandt, Van Gogh y Picasso. Vimos algún cuadro de Picasso que me hubiera gustado tener colgado en las paredes del salón de mi casa. La pintura fue lo que más me gustó.
Otras colecciones destacadas incluyen arte asiático, africano y americano, así como objetos históricos relacionados con la historia británica. El museo es un resumen de lo que fueron pillando los británicos durante sus años de glorioso imperio británico.
Pero, para disfrutarlo, debes quitar de tu cabeza la idea del espolio. Lo que tienes delante de ti es arte. Es mejor no preguntarse cómo han llegado aquellas piezas a aquellas salas.
El museo está dividido en varias salas temáticas que permiten a los visitantes explorar diferentes períodos y culturas. Entre las salas más populares se encuentran:
-La Sala Egipcia, donde se pueden admirar momias y sarcófagos antiguos. Fue una sala que me dio mal rollo. Aquello de ver muertos no era lo mío. Lo mismo le pasó a mis hijas.
-La Sala Griega y Romana, con esculturas clásicas y cerámicas. Me encantaron sus cerámicas. Las había bastante bien conservadas.
-La Sala del Renacimiento, que alberga pinturas y esculturas de artistas europeos del siglo XV al XVIII. Fue la sala que más me gustó.
Además de su colección permanente, el Museo Británico también organiza exposiciones temporales que exploran temas específicos o presentan obras prestadas por otros museos e instituciones. Estas exposiciones suelen ser muy populares entre los visitantes y ofrecen una oportunidad única para ver obras raras o poco conocidas.
Las exposiciones temporales le dan mucha vidilla al museo. De no hacerlas sería siempre lo mismo. Por eso todos los museos las hacen. Hay que animar al personal para que entre por la puerta.
Os recomiendo, pues, el Museo Británico, un tesoro cultural que ofrece a sus visitantes la oportunidad de sumergirse en la historia y el arte del mundo mundial. Verás muchas obras de arte que conoces de tus libros de historia.