La verdad es que su portada no me incitaba a su lectura lo más mínimo, pero tras sumergirme en su lectura, David Safier supo cautivarme y envolverme con su ameno y divertido relato.
El libro está relatado en primera persona, dónde su protagonista nos narra su visión sobre su realidad en vida y luego sus aventuras y desventuras tras su muerte y subsiguientes reencarnaciones.
Safier utiliza la figura de Dios, pero no lo critica, sino que lo utiliza como vehículo para tratar los asuntos mundanos de nuestra protagonista.
No es un libro excesivamente extenso, como parece que es la moda para que sea considerado un Best Seller, pero os puedo garantizar que a este no le hace falta esa extensión para serlo.
Sus personajes, que no son los suficientes para dotar de sentido a la trama, sin demasiada profundidad, que por otra parte tampoco me parece necesaria, y en el número justo.
Safier con su novela no pretende dar lecciones moralizantes, ni tampoco posee pretensiones ocultas que transmitir al lector, simplemente pretende y consigue entretener a base del empleo de un lenguaje coloquial y nada rebuscado, presentándonos situaciones que pueden recordarnos al guión de cualquier buen comedia.
Como dato negativo, debo esgrimir su precio, que se me antoja demasiado elevado en relación a su volumen, que no a su capacidad de distracción y literaria, pues sus aproximados 20 euros no incitan tampoco a la lectura.