Mickey Rourke nunca fue santo de mi devoción, ni siquiera en sus mejores tiempo, allá por los ochenta. Tampoco el wrestling es un tema de mi interés y, sin embargo, ambos son los protagonistas de esta historia que me subyugó completamente, atrapándome desde el primer minuto de metraje.
"El luchador" cuenta la historia de Randy, “El carnero” Robinson, un viejo luchador que, en el momento álgido de su carrera, en los años ochente, era una estrella del wrestling. Veinte años después, trabaja en un supermercado a cambio de un sueldo que le permite a duras penas pagar el alquiler de la caravana en la que vive. Saca algún dinerillo extra participando en combates de mala muerte.
Randy es un asiduo de los clubes de striptease, y en uno de ellos conoce a la stripper Cassidy (Marisa Tomei). Aunque algunos de sus diálogos son un poco forzados, hay una enorme belleza en la historia de amor que surge entre ambos y especialmente en el encuentro de los cuerpos cansados de la stripper y el luchador.
En la película, dirigida por Darren Aronofsky, se refleja perfectamente el declive de una estrella, sin que se pueda evitar la comparación entre la vida de Randy y la del propio Rourke, para el que esta película parece representar el resurgir de su carrera.
Respecto a la banda sonora, está compuesta por una magnífica recopilación de temas ochenteros, y una canción fantástica compuesta por Bruce Springsteen, titulada "The wrestler".
En definitiva, me parece un film muy recomendable, a pesar de terminar incurriendo en varias de las convenciones de toda historia “oscarizable” que se precie.