Este es el quinto libro de True Blood y es el que más indiferente me ha dejado hasta el momento. No lo llamaría aburrido, ni mucho menos, pero le falta la chispa de los anteriores.
Para empezar, Eric (mi personaje favorito de la saga) no sale todo lo que me gustaría, aunque aparece para sacarle a Sookie las castañas del fuego (como de costumbre)
En esta quinta entrega la trama se centra en los hombres lobo y la elección de un nuevo líder de la manada ya que el anterior acaba de fallecer en un accidente.
Alcide Herveaux, el hombre lobo que conocimos en el tercer libro (El Club de los Muertos) ayudando a Sookie por encargo de Eric le pide que acuda al funeral como su acompañante, ya que es amiga de la manada y su presencia inclinará la balanza hacia su familia y es que el padre de Alcide quiere ser el nuevo líder.
Otra de las historias paralelas en el libro es que Tara tiene un nuevo novio, un vampiro que la tiene dominada y sometida y es cuando Sookie tendrá que pedir ayuda a Eric.
Por lo demás, no hay nada relevante en el libro y, después de lo que me gustó el anterior, este lo cogí con muchas ganas y fue una decepción ya que la historia parece no evolucionar. La relación entre Bill y Sookie está estancada y lo mismo ocurre entre Eric y Sookie. Sin embargo, creo que es un libro imprescindible para los seguidores de la saga ya que suceden cosas importantes para el desarrollo global de la historia aunque gracias a la forma de escribir de su autora, podría ser leído de forma independiente ya que da muchos detalles de cosas que han pasado en los libros anteriores. Aún así, recomiendo que lo leáis después de los otros, de forma secuencial.