Es increíble lo que los sufridos progenitores tenemos que ver en ocasiones para satisfacer a nuestros churumbeles. En esta onda se encuentra Superpoli de Centro Comercial, un engendro increíble, plagado de despropósitos y realizado a la mayor gloria de Kevin James, un cómico de gran fama (algo inexplicable para mí), en Estados Unidos.
Paul Blart es un padre soltero con una hija. Cuarentón y rellenito, trabaja como guardia de seguridad en un centro comercial. Pilotando ese ridículo artefacto mitad patinete, mitad motocicleta, en el que se desplazan los "seguratas" de los centros comerciales, se enfrenta a todo un reto en plena temporada navideña: liberar a su amor platónico y a su hija de una banda de ladrones que pretende desvalijar el centro comercial en el que trabaja Paul.
Sin palabras me dejó el visionado de esta película. Quienes esperen una comedia ligera para todos los públicos se encontrarán con una patética y simplona parodia de Jungla de Cristal o filmes similares. Y eso, salvando las distancias.
A favor de este filme, únicamente ciertos gags divertidos, como el momento "Rambo" con tirita de Hello Kitty, por ejemplo. En contra, todo el resto: unos diálogos penosos, una historia falta de ideas y vista cien mil veces y unas minúsculas aptitudes cómicas del protaganista, Kevin James.
Un subproducto infumable que insulta a la inteligencia del público, sólo apto para masoquistas del Séptimo Arte.