La Finca de Susana está en la calle Arlabán, 4, muy cerca de la Puerta del Sol. Puedes ir en metro o en autobús porque es una zona que está muy bien comunicada. No le aconsejo a nadie llevar el coche. Es un lío conducir por Madrid si no estás acostumbrada a hacerlo. Además si no llevas tu automóvil, puedes comer más tranquila porque tienes una preocupación menos.
El restaurante sirve comidas y cenas todos los días del año excepto en Nochebuena y en Fin de Año. Tiene la desventaja de que no te permite reservar mesa ni tampoco concertar una comida para un grupo de amigos. Puedes llevar a los amigos, pero no te permiten ni mover una mesa. Esto les ahorra trabajo y no les quita clientes, a juzgar por lo lleno que tienen siempre el local.
Las mesas están muy próximas unas a otras, lo cual no me agrada ni lo más mínimo. A mí me gusta comer con algo de privacidad a la hora de conversar.
La decoración del local es sencilla: pareces pintadas de un tono verdoso que contrasta con el blanco de las columnas, suelos de tarima flotante, mesas apelotonadas, iluminación escasa, sobre todo a la hora de la cena. Una estantería llena de botellas de vino te recuerda que puedes saborear un buen caldo con el menú (os recomiendo el Rioja de crianza). A un lado tenemos un amplio ventanal con vistas a la calle y al otro unos grandes espejos que le dan al comedor una amplitud que no tiene.
La comida me pareció bastante de andar por casa todas las veces que fuimos. Los huevos estrellados con patatas al momento me recordaron los que prepara mi madre en tiempos de crisis. el entrante mixto del Ampurdá no era nada del otro mundo. La ensalada con mozarella corrientita. Me gustó el bacalao gratinado con espinacas y detesté haberme dejado convencer por mi marido para probar el arroz negro con sepia. ¡Qué asco! Fue probarlo y pedir otra cosa. Me trajeron un pato que estaba que te chupabas los dedos. Es lo que siempre pido desde entonces: el pato confitado con ciruelas. Le ponen unos nabos que yo dejo. De postre me quedo con la tarta de chocolate con crema inglesa. Está deliciosa. También os recomiendo el solomillo ibérico que sirven con salsa de soja.
El menú es muy variado. Siempre te sorprenden con algún plato nuevo.
¿Desventajas? Tener que esperar 20 minutos por una mesa. Encima los camareros no son nada amables.
¿Ventajas? La generosidad de las raciones. Marchas sin hambre para el resto del día. El precio también es una ventaja: 22 euros por comensal. Me pareció adecuado.