La taberna griega, en el barrio de Malasaña, en pleno centro de Madrid, es un sitio informal, perfecto para celebraciones divertidas de grupos de amigos, cumpleaños, despedidas de soltero, etc… Está un poco escondido, en una calle pequeñita y tiene un único comedor con aforo para unas cincuenta personas y en el que, por desgracia, se puede fumar. (Eso hace que el ambiente de la taberna esté demasiado cargado).
Habitualmente disponen de tres menús degustación para dos o más personas, cuyos precios van desde los 21,75 € hasta los 30 € y su horario de apertura es de 13:30h a 16:00h. y de 20:30h. a 00:00h. de martes a domingo.
Cuando llamé para reservar me ofrecieron la posibilidad de empezar la cena a las 21:00 o a las 23:00h. Finalmente elegí el primer turno.
La decoración, en blanco y azul, es 100% de inspiración griega, pero está bastante descuidada. A lo exiguo del local se suman una “horterilla” colección de posters de las Islas Griegas, unos racimos de uva, y unos balconcillos de madera.+
Las mesas están cubiertas por manteles de cuadros azules y blancos y para sentarse disponen de taburetes o bancos corridos. Aunque también hay dos o tres mesas pequeñas pensadas para parejas en busca de romanticismo. Las servilletas son de papel, y los platos y la cubertería podrían definirse simplemente como funcionales, sin más, en color blanco, como de "los chinos"… pero ¿qué esperábamos si después íbamos a romperlos para atraer la suerte al grito de ¡Oooopaaa! (Una especie de ¡OOléééé! Griego)?...
¿Cuál es el principal inconveniente de este restaurante?... Además de que estaba abarrotado, hace muchísimo calor y no hay posibilidad de sobremesa si elegís el primer turno de la cena, la comida no acompaña, sobre todo por escasa, y con una relación calidad/precio no demasiado buena.
Nosotros escogimos un menú degustación de 30 euros por cabeza. Se sirve en platitos para compartir (un plato para cada tres personas) y constaba de lo siguiente:
-Pan de pita, que estaba un poco reseco.
-Entrantes:
HORIATIKI (típica nsalada griega con queso feta) (Muy rica, la verdad).
MESES (Cremas griegas: Humus (de garbanzos), Tzatziki (yogur griego con pepino), Tarama (crema de huevas de bacalao), etc…) Un poco escasas.
ENSALADA DE PASTA (no pegaba en absoluto en un menú griego).
CROQUETAS CASERAS (muy ricas).
BERENJENAS REBOZADAS (MELITSANES) (pasables, sin más).
-Segundos:
DIOGENES (Brocheta mixta de pollo y ternera , rollitos de carne picada, gyros de cerdo asado verticalmente y musaka (una porción rica pero diminuta).
Surtido de postres: (yogurt griego con miel y pasas, baklabas ( pastelitos de hojaldre miel y frutos secos), y una trufa con nata para cada comensal.
-Bebidas:
Vino de la casa, jarra de cerveza o jarra de sangría. Optamos por la sangría, que estaba muy rica, flojita y fresquita.
Por último, la casa nos obsequió con unos chupitos de un Licor de rosa griego (vino griego con anís), que no nos entusiasmó.
El menú es variado y no está mal cocinado, pero resulta un poco escaso.
En cuando al espectáculo, que se hace los jueves, viernes y sábados, el “sirtaki”, es bailado (aceptablemente) por los camareros que ofrecen a los clientes la posibilidad de unirse al baile. Es divertido, aunque en el local no hay sitio material para que baile todo el mundo. Para acabar, la rotura de platos, buena descarga de adrenalina y talismán griego de la buena suerte.
Eso sí, a las once menos cuarto, el camarero deja sobre la mesa la cuenta para intentar desalojar el restaurante antes de las once, momento en que empieza el segundo turno de la cena.
En resumen, La Taberna Griega está bien para quienes busquen algo distinto a un precio no muy caro. No encontraréis alta cocina, pero el servicio es amable, aunque algo apresurado, y diversión (también un poco apresurada).
En peores plazas he toreado.