Buenos días,
Hoy me gustaría hablaros de un restaurante al que he acudido en varias ocasiones, y es que está en un sitio muy típico al que ir a tomar unas tapas, concretamente en la Cava Baja, en el barrio de La Latina. Llegar allí es muy sencillo ya que está en pleno centro de la ciudad. La parada de metro más cercana es La Latina, en la línea 5, pero también podréis acceder caminando desde cualquiera de las estaciones más próximas al centro, pues está a tan solo unos minutos a pie de la Plaza Mayor, por ejemplo.
También hay muchos autobuses que os dejarán cerquísima.
Por supuesto, lo recomendable es evitar el coche, que aparcar por allí suele ser misión imposible, pero eso ya, cada uno...
La última vez que fuimos, la idea inicial era haber ido a tomar unos huevos en la Taberna de Lucio pero tuvimos que desistir por lo lleno que estaba ese local. El problema que se planteaba era que nueve personas son muchas para cenar en cualquier sitio, y menos sin reserva. Además todas las tascas de la zona son pequeñas, de modo que nos temíamos que íbamos a tener que tomar algo de pie, apretujados y sin apenas poder hablar entre nosotros.
Sin embargo a una amiga se le ocurrió que podíamos ir a LA CHATA, y allá que nos fuimos. Os reconozco que pensé que iba a ser complicadísimo, sobre todo cuando entramos y vimos que la planta de arriba estaba hasta la bandera, pero casualidades de la vida, tenían una mesa grande vacía en la planta de abajo.
Lo primero que se aprecia desde fuera es que estamos ante un lugar castizo, de esos de toda la vida. Toda su entrada está compuesta por azulejos, en los que podremos leer el nombre del restaurante y algún que otro dibujo. Las ventanas y las puertas están enrejadas, lo que para mi gusto, da un aspecto aún más castizo.
Tiene 2 plantas, la primera de ellas es la de acceso al local, y que está dividida en dos: la zona de la barra más propia para el tapeo, y la segunda de esa planta tiene mesas también, pero por lo que he podido ver las veces en las que he estado son más pequeñas. En la planta de abajo, mucho más estrecha, encontraremos también diversas mesas, siendo tres o cuatro de ellas más grandes. Es una zona mucho menos ruidosa, aunque un poco más apagada y triste en lo que a la decoración se refiere.
Todas las mesas y sillas son de madera, así como las estanterías y demás elementos que componen la totalidad del lugar.
Tiene una carta variada. Existen varios grandes apartados, y así podremos elegir raciones de quesos o embutidos, ensaladas, revueltos, sartenes, tostas, y un último apartado en el que entra todo aquello que se suele pedir cuando uno sale de tapas.
Las veces que he ido hemos pedido raciones: croquetas, revueltos variados, tablas de quesos y varias tostas que partimos para repartir entre varios.
La cantidad de las mismas es muy aceptable.
Yendo varios, la cuenta suele ascender a unos 10 euros por persona, teniendo en cuenta que también tomamos un par de bebidas cada uno. A mí me parece un precio más que razonable y es que en pocos sitios puedes decir que has cenado por esta cantidad, y menos aún en el centro…
Los camareros que teníamos asignados fueron muy agradables y solícitos, así que otro punto positivo en este aspecto.
Es un sitio que me gusta, al que he acudido en diversas ocasiones y al que volveré porque son muchos los motivos que me animan a volver a hacerlo: se encuentra en un lugar emblemático de la ciudad y en el que hay un ambiente estupendo, la comida está muy rica y los platos tienen una presentación bastante buena, y para terminar, la relación calidad precio es buena.
Si tenéis oportunidad, os animo a que acudáis, no solo a este restaurante, que ya de por sí, merece la pena, sino también a descubrir la zona en la que se encuentra, es decir, las Cavas Alta y Baja, una zona estupenda para ir a tomar el aperitivo los fines de semana.
Espero que sigáis mi recomendación.
Muchas gracias.