El Hotel Iberostar en la Playa de las Gaviotas no está en primera línea de playa, de hecho le tapan las vistas a la playa otros hoteles de la misma cadena, pero puedes ir acercarte andando hasta la playa en unos minutos.
No hace falta bajar a la playa porque tiene una piscina que está muy bien, sobre todo si tienes niños que están aprendiendo a nadar. La piscina tiene una zona poco profunda para que los niños aprendan a nadar.
Yo no soy muy de piscinas, pero le cogí el gusto a unas tumbonas de cuero blanco muy cómodas que había junto a las piscinas y no había quien me sacara de allí. Eran una pasada, con cortinitas y todo.
El personal era muy atento. La comida más que aceptable, incluido el desayuno continental, aunque para alguien como yo que desayuna poco más que un buen café, no hace falta nada especial. Mi marido, en cambio, es más de desayuno inglés.
Agua no faltaba. Debían temer que nos desidratáramos porque hasta en nuestra habitación teníamos un par de botellas de litro y medio que reponían constantemente.
En el hotel no nos aburrimos. Clases de yoga, de pilates, actividades para niños. Después de participar en varias actividades apra adultos casi acabamos aprendiendo alemán. Allí todo lo orientan al turista alemán. De los españoles como que pasan.
No me gustó tener que pagar un extra por el spa. Fueron sólo cinco euros, pero estaría bien que estuviera incluido en el precio.
El hotel estaba hasta los topes. A nosotros nos tocó un apartamento con una cocina chiquita, un microondas, placa eléctrica, nevera. Le saqué mucho partido a la comida porque mi Patricia era un bebé y necesitaba biberones a todas horas. La habitación era amplia y lo mismo puedo decir del salón y del cuarto de baño.
Volvería a este hotel, pese a que allí se habla mucho alemán. Tienes la playa cerca y no es tan caro como los hoteles de primera línea de playa.