Eso de que como en el norte no se come se cumple al 100% en este restaurante, ya que te ponen una cantidad imposible de terminar, a pesar de lo bueno que está. Para poder terminar el menú del día hay que estar varios días sin comer y es que te ponen 3 platos más el postre.
Este restaurante me gustó mucho. Entramos porque nos lo recomendó un compañero de trabajo, ya que íbamos a un curso y el hotel donde se celebraba el curso estaba muy cerquita.
La ubicación es fantástica, en la calle Gascona, una de las calles de marcha de Oviedo, repleta de sidrerías y restaurantes, por lo que resulta una zona muy animada y muy accesible, tanto en transporte público como en vehículo propio ya que hay muchas plazas de aparcamiento por los alrededores, aunque dependiendo de la hora igual es difícil encontrar un hueco para dejar el coche.
El restaurante cuenta con una pequeña terraza que da a la calle, aunque no está en la misma calle, sino que está bastante protegida.
Nosotros comimos dentro y su interior, con una decoración mezcla entre rústico y regional me encantó. Además de dar de comer, también parece un poco tienda de productos típicos asturianos, ya que hay una zona en la que están expuestos.
A pesar de que eran las dos de la tarde y que había bastante gente, nos sentaron enseguida y la camarera no tardó nada en tomar la comanda. Nos decantamos por el menú del día porque era muy asequible y tenía mucha variedad de buenos platos.
El entrante podías elegirlo entre dos, paté u otra cosa que no recuerdo, y después elegías dos platos mas. Vamos, una pasada de comida. Yo soy de buen comer y no pude con todo, a pesar de que estaba todo buenísimo.
Es un lugar 100% recomendable por todo, por ubicación, por trato, pero sobre todo por calidad y cantidad.