El Restaurante El Molín de la Pedrera de Cangas de Onís, está en el centro de este precioso pueblo asturiano. Nosotros dejamos el coche en el parking que hay justo enfrente.
Nos tocó una mesa en la sala más amplia, lo cual fue una suerte porque a mí no me gusta nada comer en sitios donde tu mesa está casi pegada a la mesa de los vecinos.
Comimos como reyes. Yo me puse hasta las cejas con el queso de cabrales. Es un queso que tomas un trozo y ya quedas llena. Ese día estaba hambrienta y me zampé mi trozo y el que le sirvieron a mi marido también. Mi esposo prefirió una ensalada de pulpo. El solomillo al ajillo estaba delicioso. ¿Y qué decir de los postres? Ya os hablé del queso de cabrales. Pues bien, había unos crepes de manzana y chocolate que quitaban el hipo de lo buenos que estaban.
El restaurante está decorado con una mezcla de estilo rústico con toques más modernos. Es original en su decoración.
No es nada barato. Nos clavaron unos ciencuenta euros por cabeza.