Estuvimos en el Hotel Meliá Zaragoza sólo en primer fin de semana de este mes de mayo. Íbamos para ver una exposición y a unos amigos. El precio fue estupendo nos convenció rápido, pues hoy día por 60 euros por noche no tienes que pensarlo mucho.
Lo buscamos por internet y no tuvimos ningún problema para la reserva y posterior ocupación de nuestra habitación. La ubicación es buena, en la céntrica Avenida César Augusto, lo que permite luego desplazarse fácilmente a todos los lugares de interés de la ciudad como la plaza del Pilar, la Aljafería, el Auditorio, el Palacio de Congresos, etc.
Es fácil llegar a él, bien en taxi o desde la Estación Delicias se puede también tomar el autobús correspondiente que te deja frente al hotel en pocos minutos. Esto es otro de los temas a tener en cuenta cuando te desplazas a una gran ciudad como Zaragoza.
En cuanto a la relación calidad-precio, una vez que pudimos disfrutar del confort de una estancia placentera y con todos los servicios deseables, tengo que decir que fue muy completa. Pero quiero destacar el excelente servicio y atención recibidos, así como la amplitud de la habitación y la tranquilidad que pudimos disfrutar en ella.
El domingo por la mañana pedimos el desayuno en la habitación, fue todo un lujo, por la calidad, la rapidez y el servicio del personal. Tengo que decir que no nos costó nada extra, ya que tenemos la tarjeta Meliá, de lo contrario, quizás no nos hubiéramos atrevido.
Para dar más detalles de la habitación, diré que era amplia, como suelen ser casi todas en los hoteles de esta cadena. Con una cama de matrimonio, cuarto de baño con bañera y ducha, así como secador de pelo; con calefacción, teléfono, conexión a internet y una televisión con canales vía satélite. El minibar surtido con 2 vasos y posavasos para el servicio, pero no llegamos a utilizarlo, sólo lo miramos para ver su contenido. Un armario empotrado con una caja fuerte en su interior, un escritorio donde poder dejar cosas o utilizar para escribir postales… En fin, creo que estaba muy completo.
Cada día, el servicio de limpieza reponía los sobrecitos de champú y gel, y unos pequeñas pastillas de jabón oloroso, de esos que te hacen gracia y te llevas alguno como recuerdo.
En cuanto a otros servicios comunes, la recepción abierta las 24 horas, con un correcto y amable personal al cargo; una cafetería muy lujosa y moderna y el restaurante que no llegamos a utilizar; un gimnasio para el que tuviera tiempo y ganas y una zona de Spa de pago.
En resumen, la estancia fue perfecta y no me importaría volver muy pronto. La comodidad y atenciones recibidas, creo que bien valen esta opinión para recomendarlo a todos los que vayan a Zaragoza y estén buscando un hotel.