Aunque es indudable el halo de religiosidad que envuelve a toda Fátima, no es menor el olor del dinero, que en forma de souvenir religioso y servicios rodea a todo lo relacionado con la ciudad y el Santuario.
Esa es la sensación que me llevé en Mayo del año pasado cuando visité esta pequeña población de la Región Centro de Portugal; la de un auténtico Parque temático del mundo cristiano, demasiado comercializado.
No obstante, en el ámbito religioso debo decir que las misas y actos religiosos son continuos e incluso emocionantes.
En cuanto a lo destacable que ver, aparte de la pedanía de Aljustrel, de donde eran los pastores y el único núcleo habitado antes de las apariciones, sólo tenemos el majestuoso y bello Santuario de Nuestra Señora de Fátima, el resto poco merece la pena bajo mi criterio.
El pueblo cuenta con un buen número de hoteles de diferentes categorias y precios bastante aceptables, así como con un buen número de restaurantes, que nos ofrecen las maravillas de la gastronomía lusa.
En los alrededores existen diversas zonas de aparcamiento, que se me antojan suficientes para albergar a grandes cantidades de vehículos y autobuses.
Por lo demás es un lugar bastante tranquilo,yo diría que excesivamente silencioso y donde además no existen demasiadas posibilidades de diversión nocturna.